¡Señor, si señor!

La Federación Española de Fútbol y su delegada, para cobrar subvenciones, de Baleares se parecen en que Pep Sansó, próximo a convertirse en director general de esta última con contrato laboral y sin someterse a futuras elecciones, quién sabe si con un proceso electoral menos arcaico y proclive al poder establecido, conserva una pata en cada una de ellas.

Otro nexo de unión es la docilidad de lo que, desde las poltronas ocupadas, llaman el mundo del fútbol. No se escucha, ni siquiera se oye, una sola voz disidente anta nada. Ni en la dimisión de Rubiales, ni por la ausencia del presidente inhabilitado, pendiente de concesión cautelar por parte de un tribunal ordinario, sí, de esos a los que la FIFA y la UEFA prohibían recurrir en sus reglamentos. Todo se aprueba por aclamación y unanimidad. Un caso probablemente único en el mundo.

De ahí que no se espere nada distinto en la próximo Asamblea de la Territorial Autonómica que no solamente proclamará presidente al avalado Jordi Horrach, antes secretario, que, igual que en Madrid, aprobará el sueldo del votado que, por pura lógica, no debería ser inferior al de su predecesor, como el de éste, no tendría que bajar en relación al que ya percibía antes de intercambiar su sillón. Permaneceremos atentos a la pantalla, que no a la Asamblea donde todo se rubrica por la totalidad de asambleístas con un respetuoso y casi silencioso amén.

No son los mismos perros con distintos collares, cual reza el modismo popular, sino que cada uno de estos mismos perros coloca el suyo en el cuello del otro. A rey vivo, no muerto, rey impuesto; no puesto.