Ser o no ser, el viejo dilema

El RCD Mallorca SAD tiene algunos problemas como institución. Probablemente algunos de ellos se derivan de su narcisismo tradicional que le impide observar o mostrar interés solo por y para si mismo, sin observar lo que ocurre a su alrededor ni mostrar el menor interés por ello. Algo muy mallorquín por otra parte debido a la tendencia que tenemos de mirarnos permanentemente nuestro ombligo.

No se podía esperar tal cosa de los americanos que lo compraron. La habitual indiferencia social de nuestros paisanos encajaba dentro de la posibilidad de que el club terminara en manos ajenas o, si así se quiere, extrañas, pero el paso del tiempo, más de un lustro ya, no ha conseguido levantar el velo de las intenciones de una propiedad desconectada de la realidad y la idiosincrasia de la sociedad balear.

Con una masa social limitada, nadie ha dado un paso para involucrar más estrechamente a los distintos sectores. Y no me refiero a aportaciones económicas intercambiables o a fondo perdido, que eso da igual, sino a un verdadero proyecto de club con bases más sólidas que la de mantener a duras penas un equipo de fútbol en primera división y el uso de un estadio municipal emparedado entre su misma condición pública y los propietarios del Lluis Sitjar, alejados de la órbita de Son Moix ante la incapacidad consistorial de un lado y la de los accionistas de Arizona del otro.

La organización de un equipo de fútbol femenino debería ser prioritaria en los tiempos que corremos, como debería haberlo sido la de aglutinar áreas de baloncesto, volei y fútbol sala. Con escuadras y pequeñas entidades ya constituidas y en competición no tendría que ser complicado. Si todo lo que se les ha ocurrido es llamar «Visit Mallorca» al multiusos que ocupan como inquilinos , tendrán mucho dinero pero son más limitados que Sansón después de la permanente que le practicó Dalila.