Son Bibiloni en el olvido

Ya lo comenté en su día, pero puesto que las competiciones que dependen de la Federación Española de Fútbol llegan al final de la primera fase de este embrollo pergeñado por Luis Rubiales para contentar a tirios, troyanos y todo bicho viviente, es un buen momento para preguntarnos si la Ciudad Deportiva Antonio Asensio Pizarro sirve para algún otro fin que los entrenamientos del primer equipo del Mallorca, cuatro campos excesivos y unas oficinas menos confortables que las de Son Moix y, a la vez, menos productivas.

Cuando incluso los grandes clubs se ven obligados a dirigir sus miradas hacia sus respectivas canteras (el Barça ha sacado de una tacada a Ilaix, Ansu Fati, Mingueza, Pedri y Riki Puig) dada su maltrecha economía, y Raúl anda como loco por ascender al Real Madrid Castilla, el Mallorca B se sumerge en las procelosas aguas de tercera división sin clasificarse siquiera para disputar el play off. Y no hablemos del Juvenil División de Honor, metido en el último vagón de su grupo junto con el San Francisco, su apadrinado irredento.

Tendrán que rascarse mucho el bolsillo los americanos para confeccionar una plantilla que precisará una vez más fuertes inversiones si quiere competir en primera división la próxima temporada porque, de seguir en Segunda, no quedarán rincones de la caja de caudales donde rascar. De Son Bibiloni no se puede sacar nada de nada, ni siquiera la cafetería o ese proyecto de hotel para estudiantes o, mejor dicho, «stages» ajenos que no cuenta con licencia ni indicios de que la vaya a obtener por ahora.