Titulares y suplentes
Portero solo puede jugar uno, para delantero centro hay más dónde elegir, sobre todo ahora en que el dibujo admite un punta, dos, tres o, ya lo hemos visto, ninguno; eso que se llama «un falso 9».
Serra Ferrer ha dicho que bajo palos y contra ellos siempre tienen que jugar los mismos. El confiaba en Ezaki y Magdaleno, por ejemplo. Luis Aragonés huía de normas tácitas y prefería hablar de «pasillos de seguridad» cuyos cabos, desde luego, eran el guardameta y el último delantero, pasando por el defensa central y un medio, a veces más un media punta.
A Arrasate le gustan las rotaciones. Piensa, cabe deducir, que es la manera de tener motivados a todos los jugadores, aunque a estas alturas de la película ellos mismos saben cuál es su rol dentro del vestuario o en el terreno de juego.
Ricardo Zamora y Martín Mora coincidieron en el Mallorca. Solía jugar el primero, que se fajó en el Lluis Sitjar antes de triunfar en el Valencia, y era en aquel en el que confiaban los defensores. El mallorquín se lo tuvo que currar bastante más.
Crean que la alineación de un cancerbero u otro influye en el pensamiento de sus compañeros. Siempre hay preferencias. Por eso el turno que parece haberse establecido en la meta del Mallorca entre Greif y Leo Román, no convence a mucha gente. Tampoco sabemos, aunque lo podemos intuir, cuál de los dos infunde más seguridad, sobre todo a los cuatro de atrás.
Y si, en fútbol hay manías y maniosos, supersticiones y supersticiosos, así que nunca sabremos por qué un determinado técnico no se cambia de chaqueta mientras gane partidos u otro decide la alineación tirando los dados. Ganar, ganar y ganar, esta es la cuestión y hacerlo o no es lo que aprueba o suspende cualquier planteamiento. Todo lo demás no dejan de ser simples teorías entre las que cada uno elige a su gusto.