Descuentos a la carta

Soy consciente de que tenía que acabar por referirme al Mundial. El presidente de la FIFA nos puso el dedo en la boca y mordimos. Después a sus órdenes, más allá de los discursos, se han plegado los árbitros con insoportables descuentos. Ahora hablaremos de ello.

La victoria de Arabia Saudí sobre Argentina, lo siento por Scaloni no por Messi, ha desclasificado el aburrimiento. Tampoco esperábamos divertirnos. Novedades tácticas, ninguna. Eso pasó a la historia. Después de jugar con un solo delantero e incluso sin ninguno, el falso nueve, no queda nada por inventar. Si acaso lo original ahora sería jugar con un defensa y cinco delanteros. Es broma, claro.

Las pérdidas de tiempo siempre formaron parte de la picaresca inherente al fútbol, pero cada vez que el ejército de Infantino cambia alguna norma, la empeora. Para evitarlas estaban los árbitros a quienes dotaron de tarjetas amarillas o rojas, según los casos, a fin de castigar esta y otras faltas. La experiencia nos dice que se las guardan solo para los porteros si de demoran al poner la pelota en juego y cuando el partido está muy avanzado.

Un dato: en el cómputo de los cuatro primeros encuentros se prolongaron 57 minutos. Casi a un cuarto de hora por cada uno. O sea, si no soportas el espectáculo que estás viendo durante hora y media, toma 15 minutos más a ver si espabilas. Hay tres ventanas para cambios, a 30 segundos por cada una sale a minuto y medio por equipo, total 3 minutos. Todo lo demás sobra en tanto en cuanto los lesionados deben ser atendidos fuera del terreno de juego y los que hayan simulado la falta o indisposición, castigados igual que con el engaño de un penalti o una agresión inexistente. Solo se trata de aplicar el reglamento que ellos mismos han manipulado y dejarse de prolongaciones que solo alargan el suplicio del espectador, el único cliente del mundo que nunca tiene razón.