Tres jornadas sin Darder

Siempre he creído que en un equipo de fútbol, un juego necesariamente colectivo, no hay nadie imprescindible, ni los mismísimos Messi, Pelé, Maradona, Mbappé o el que cada uno escoja para liderar su «ranking» de estrellas. Por el contrario y pese la indiscutible calidad de los mencionados y otros sin nombrar, pienso que enfocar la atención sobre un solo jugador le resulta perjudicial de cara a su rendimiento y entre sus compañeros. No, como pudiera interpretarse, por un exceso de responsabilidad, pues la presión se la deben poner a si mismos, sino por alimentar un ego inconsciente.

Lo traigo a colación por los casos que se han dado recientemente en el Mallorca y que han servido erróneamente para justificar malos resultados. Primero la ausencia de Raillo, luego la de Maffeo y, más reciente, la lesión de Sergi Darder. No se puede discutir la importante función de cada uno de ellos sobre el terreno de juego, pero la labor de la dirección deportiva y la del entrenador no consiste en lamentar las bajas sino en articular la manera en que pasen desapercibidas. Aunque la comparación suene a exagerada por la diferencia de presupuestos, potencial y objetivos, el Real Madrid ha perdido a Courtois, a Militao, el sustituto de Benzema es Joselu, con todos los respetos, y aún así es líder.

Tal vez lo haya recordado ya en algún blog anterior, pero fue Alfredo di Stéfano quien acuñó una sentencia, más que simple opinión, al afirmar que «ningún jugador es tan bueno como todos juntos», una gran reflexión por encima de individualidades puntuales que incluso deciden un partido pero que no dejan de constituir excepciones que confirman la regla. Y por si esta no basta, añadiré la de Felipe Scolari: «no puedes tener estrellas en un equipo ganador, solo grandes jugadores». Yo ya no digo «grandes» sino sencillamente «buenos». Haber empezado por ahí.