Un Betis discutido y discutible

Quique Setién dejó en el Real Betis un poso que Rubi no ha conseguido eliminar. Y lo ha probado todo. Jugar con 3 centrales, con un pivote, con dos, con un delantero o con dos también, pero sigue sin cerrar su portería, aunque lo lograra en Butarque la pasada semana, si bien golea con cierta facilidad especialmente en el Benito Villamarín, fuera no tanto.

Ultimamente prueba con un 4-2-3-1 en el que Mandi y Bartra actuán en el eje de la defensa con Emerson y Alex Moreno en los laterales, mientras Wiliam Carvallo y Guido Rodriguez constituyen por delante un doblete más defensivo que atacante. La creatividad es cosa de Canales, ayudado por Joaquín y Fekir, verdugo del Mallorca en el partido que enfrentó a ambos durante la primera vuelta del campeonato. Sancionado Borja Iglesias, mucho menos brillante que en el Espanyol, Loren apunta a titular. Lainez y Juanmi también se han caido de la convocatoria en la que probablemente figure algún refuerzo del filial.

Tiene una gran plantilla, pero hay bastante guerra individual, inspiración puntual y, en defensa, una lentitud que permite al contrario causar estropicios a partir de la línea de tres cuartos. Una oportunidad para jugadores como Dani Rodríguez o el mismo Take Kubo, aunque habrá que ver cuáles son los planes urdidos por Vicente Moreno que solamente cuenta con la baja de Lumor. Es preciso puntuar fuera de Palma y el calendario, como el tiempo, se agota.

Cuando el forofismo invade al periodismo surgen cuestiones que el técnico ha de desviar. La designación de Gil Manzano ha originado resquemores en determinados sectores, pero siendo cierto que el árbitro extremeño no lleva una buena temporada, ya dije en su día que con motivo de la visita del Sevilla a Son Moix se le reclamaron más errores de los cometidos realmente. Es más fácil recordar que aquel día no jugó Raillo y el Mallorca tuvo grandes problemas defensivos que aprovecharon los de Lopetegui sin cuajar un buen partido ni mucho menos. El entrenador bermellón capeó el absurdo requerimiento porque nadie en su sano juicio podía haber esperado que en vísperas de la cita en el Benito Villamarín hiciera lo contrario. ¡Por dios!.