Una fórmula de riesgo

Hay dos maneras de confeccionar la plantilla de un equipo de fútbol: desde el punto de vista del club o a imagen, semejanza y sugerencia del entrenador en curso. En la época dorada de los 16 años consecutivos en Primera, tanto Mateu Alemany, como Pep Bonet y Nando Pons planificaron pensando en un 4-4-2, estilo que siguió Serra Ferrer aunque en todos los casos con una política de fichajes más coherente que la actual. Maheta Molango descartó las sugerencias de Vicente Moreno, igual que Pablo Ortells desoyó a Luis García Plaza. Ahora ha cambiado de idea.

El Mallorca 2022-23 ha optado por la segunda fórmula y, en mayor o menor medida, se ha encomendado a Javier Aguirre. Una decisión peligrosa si nos basamos en ejemplos como el paradigmático de Jorge Valdano en el Valencia, cuando desarmó a su equipo traspasando al Mallorca a Romero, Eskurza, Engonga, Gálvez, Moya e Iván Campo. Nunca se le agradeció lo bastante.

Vedat Muriqi es una petición expresa, sino exigencia, del técnico mexicano, lo mismo que Battaglia, la pasada temporada el tercer futbolista más caro de la nómina solamente superado por Kubo y Maffeo. La idea no se personaliza únicamente en tales hombres, sino que abarca al mismísimo dibujo si nos atenemos al plantado sobre el terreno de juego en los cuatro partidos de pre temporada que se llevan disputados. Un evidente 5-3-1-1 ya practicado hace unos meses con resultado, seamos sinceros, irregular.

El riesgo de adaptar la tripulación a gusto del comandante y no en base a las características del avión, radica en que si el piloto cae en desgracia, su sustituto o el mismísimo copiloto pasan las de Caín. Siempre, eso si, quedará el mes de enero como París a Humphrey Bogart en Casablanca.