Fríos, pero no tontos
No soy de aquellos que persiguen primicias y exhiben exclusivas aunque no firmen ninguna de las dos cosas. Tampoco, como ya he dicho otras veces, me gustan las entrevistas pactadas entre medios para publicarlas al mismo tiempo sin que nadie se enfade. Sin embargo ahora que por fin empiezan a sonar voces de alarma ante el peligroso y amoral despegue de las apuestas deportivas y que salta la evidencia del poco público que arrastra el Mallorca, quisiera recordar a los lectores de este humilde blog el tiempo que uno lleva, cual voz clamando en el desierto, llamando la atención sobre ambas cosas.
Ya hemos escrito en los últimos días que la mitad de equipos de segunda división cuentan con más abonados que los inscritos en Son Moix incluso en ciudades más pequeña. Esto en términos absolutos. Si analizamos los porcentajes, el balance todavía es mucho peor. Lo mismo podemos aplicar a la asistencia a cada uno de los partidos, siempre por debajo de las registradas en seis o siete estadios de cada jornada.
Reducir la explicación al caos horario a que la Liga de Fútbol Profesional somete a los aficionados equivale a ignorar que son tan buenos o tan malos para los 22 contendientes de la categoría. Tampoco vale la famosa sentencia de Gregorio Manzano sobre la casita de campo y la paella. Cabe recordar que tras el ascenso a primera división en la etapa de Miquel Contestí y Serra Ferrer, se anotaron 18.000 socios en el viejo Lluis Sitjar.
No, las causas son más profundas más allá de la habitual frialdad de la sociedad mallorquina. Tienen su origen en el paulatino desarraigo del club cuyos mensajes de los cambios de asientos, cierre parcial de las gradas, colas en los tornos para no abrir una puerta de más, se encadenan con la ausencia de un solo nativo en el consejo de administración, el despido de personal con sangre, corazón y cabeza bermellones, el desconocimiento de la historia, la pantomima traicionera de los festejos del centenario, la falta de comunicación con los seguidores, la desaparición de la Federació de Penyes, el retiro de autocares que desplazaban a aficionados desde diversos pueblos, las contradicciones respecto al proyecto o las dudas nunca despejadas que lo enmarcan. Estas coas y otros muchos detalles ajenos a los intereses de Robert Sarver y a la incapacidad de gestión social de Maheta Molango.