¡Vergonya, cavallers, vergonya!

No le falta razón al Real Madrid al afirmar en una carta remitida a la Real Federación Española de Fútbol que «el sistema arbitral español está absolutamente viciado», pero alguien debería replicar al secretario de la Junta Directiva del club, firmante de la misiva, que gran parte de tal envilecimiento sale de la presión insoportable a la que desde su televisión y otros medios afines ejercen sobre un colectivo totalmente asediado e influido por los menos perjudicados: Madrid y Barça.

Lo que no alcanzo a entender, ya que no me sorprende, es la falta de respuesta por parte del colectivo arbitral. No me refiero al CTA y sus dirigentes, desde el designado a dedo y «rubialista» Luis Medina Cantalejo a sus ayudantes Clos Gómez al frente del VAR o Undiano Mallenco, que llegó a ser un buen colegiado.

No comprendo que, pasando por encima de quienes les gobiernan, los árbitros de primera y segunda división, los que pitan en el fútbol profesional, no se hayan plantado y no se nieguen a dirigir una sola jornada más mientras se produzca esta constante agresión a su labor. Su sumisión y silencio como grupo, contrasta con los navajazos que se lanzan internamente empezando por sus comités territoriales. De ahí que su actitud no me extrañe.

La solución nunca saldrá de la sede federativa. El «lawfere» del que se les acusa,  ríanse ustedes del que imputan ciertos políticos a los jueces, requiere la independencia total de los órganos de competición, la creación de un cuerpo específico de vídeo arbitraje, el estricto seguimiento de sus puntuaciones y su adecuación a los ascensos y descensos así como a su adscripción internacional y la burla de reglamentos como el que permite que un árbitro dirija partidos a equipos de su lugar de nacimiento e incluso de residencia, disfrazados de traslados a distintas comunidades.

No obstante su condición humana justifica la pereza de abordar tales reformas cuando están en juego 12.000 euros mensuales de salario, incrementados con 4.000 por designación, 2.000 por cita en cabina, dietas y traslados aparte. La mitad en segunda división. Los internacionales, otros 7.000 por cada nombramiento en competiciones europeas, aunque sea en amistosos.

Protestones y protestados deberían tener más vergüenza.