Victoria de trámite (0-1)

El Mallorca mantendrá su liderato sin contratiempos tras derrotar al Logroñés en las Nuevas Gaunas con un gol de Antonio Sánchez a pase de Cufré a los 18 minutos, en la única jugada trenzada de su equipo, suficiente para materializar en el marcador su evidente superioridad técnica en un partido poco brillante y, por lo general, aburrido.

ALINEACIONES:

U.D. Logroñés.- Santamaría (1), Medina (1), A. Pérez (1), Gorka (1), I.López (0), Andy (1), I. Sierra (0), Petkoff (0), Rubén Martínez (1), Pacheco (2) y David González (0).

Minuto 54, Bobadilla (1) por Gorka, lesionado. Minuto 64, Nano Mesa (0) por Petkoff y Leo Ruiz (0) por David González. Minuto 79, Bogusz (-) por Rubén Martínez.

R.Mallorca.- Reina (1), Gámez (1), Valjent (1), Raillo (1), Cufré (1), Baba (1), Salva Sevilla (1), A. Sánchez (2), Dani Rodríguez (2), Amath (0) y Abdón (0).

Minuto 68, Alvaro Giménez (0) por Abdón. Minuto 77, Febas (-) por Amath. Minuto 83, Mboula (-) por Salva Sevilla.

ARBITRO:

Gálvez Rascón (2), del Comité de Madrid. Dejó jugar bastante y pudo mostrar alguna tarjeta además de la anotada a Rubén Martínes, del Logroñés. A instancias del VAR anuló un gol a los locales en el minuto 8 por fuera de juego de su autor, David González.

CON POCO LE BASTA

Cuando se refería al exceso de ambición de ciertas personas, mi padre solía repetir a modo de consejo «en bastar, basta». No será necesario aclarar que nos recordaba que si uno tiene lo que necesita, ningún exceso conduce a nada. Con ello no pretendo significar que el Mallorca no quisiera un marcador más amplio del que ya le garantizaba los tres puntos en disputa porque, de hecho, no jugó para conseguirlo, sin embargo no es menos cierto que si ganó sin apenas despeinarse fue por su manifiesta superioridad colectiva e individual sobre un Logroñés que amagó sin pegar o, más explícito aun, ladró sin morder.

La poca efervescencia local se acabó cuando el árbitro, por intervención del divino VAR, tuvo que invalidar el tanto en posición anti reglamentaria que había dejado en evidencia a los habitualmente infalibles Valjent y Raillo e incluso a un dubitativo Reina. Y tal vez fue por eso que, a partir del aviso, se aguó el vino de Rioja definitivamente avinagrado cuando solo diez minutos más tarde Salva Sevilla, Cufré y Antonio Sánchez, dibujaron la diferencia técnica y cualitativa entre ambos contendientes, tocando el balón con la precisión y la velocidad requeridas para batir al ex mallorquinista Santamaría.

Imagino que Sergio Rodríguez, el joven, inexperto y atribulado entrenador local, motivó a su escuadra con la arenga esa de «podemos competir con cualquiera de los grandes», que queda muy bien pero no es verdad. Si el Cádiz hubiera salido a jugarle de tú a tú al Barçá en el Nou Camp no hubiera empatado, sino que se habría llevado un buen saco para la Tacita de Plata. El anfitrión no tomó precauciones, quiso jugar desde atrás sin saber hacerlo, fue incapaz de salvar la presión reconocida en el cuadro de Luis García Plaza, cedió metros de espacio a Dani Rodríguez, se olvidó de tapar mejor las bandas y, salvo su primera acción, no volvió a aparecer con peligro inminente en las inmediaciones de la meta balear.

Tampoco el Mallorca pisó mucho al área enemiga, es innegable, pero tuvo el baló casi siempre controlado igual que el juego y el desarrollo del lance hasta que, en el minuto 76, Dani Rodríguez envió un tiro al travesaño que hubiera sentenciado la vista un cuarto de hora antes. Quizás nos hubiera evitado algún infortunio inesperado, pero ni eso. Bastó lo que bastó. Suma y sigue.