¿Vuelve la Segunda B?

La Primera Federación se parece a la ley del «Si es si», en que ambas están muy mal hechas, pero también se diferencian en que como producto de esta última puede que caiga algún miembro del Gobierno y en cambio Luis Rubiales no dimitirá ni a empujones. Al contrario, se enfada porque los clubs se quejan amargamente del fracasado invento de falso nombre, el desinterés de los medios audivisuales, la indiferencia del sector publicitario y la escasa atención del público que no se deja engañar por el pomposo nombre dado a la categoría que nunca dejó de ser Segunda B en el mejor de los casos y eso no se le escapa a los aficionados, ni a los directivos pese a las motos que les vendieron desde la Federación Española.

Ahora dicen que habrá que volver al sistema precedente y tiene que ser ya para la próxima temporada, así que ojo al espinoso cambio en el régimen de ascensos y descensos, que puede perjudicar o beneficiar según a cada equipo le vaya en la fiesta y, en cualquiera de los supuestos, equivale a un cambio de normas en toda regla para una competición en marcha. Cartas marcadas.

De momento la guerra se halla en un evidente desencuentro que enfrenta a Luis Rubiales con quienes le mantienen en el cargo, los clubs modestos. Ninguno de los dos bandos se atreve a dar el primer paso, si bien las sociedades, anónimas alguna de ella como el Atlético Baleares, el Deportivo y algunos más junto a los filiales de equipos de Primera como el Celta, amenazan con una huelga. Y es que mientras el primer ejecutivo de Las Rozas cobra comisiones en Arabia Saudí, con Piqué y sin Shakira, el fútbol formativo, que quisieron convertir en profesional, se arruina.