A golpe de tarjeta

En un partido bronco, rozando lo violento, el Mallorca sacó un punto del Ramón de Carranza, complicado escenario, después de adelantarse en el marcador como producto de un buen primer tiempo en el que controló totalmente la situación. En la segunda parte cedió incomprensiblemente el dominio y la iniciativa a un Cádiz en inferioridad numérica que, a golpe de corazón, acabó empatando a la salida de un córner que provocó una desacertada salida de Reina.

ALINEACIONES:

Cádiz C.F.- Cifuentes (1), Correa (0), Kecovic (1), Mauro (1), Brian (1), Garrido (1), Alex Fernández (1), Salvi (1), Vallejo (1), Jairo (0) y Lekic (0).

Minuto 45, Aketxe (1) por Correa. Minuto 67, Perea (0) por Brian. Minuto 74, Romera (1) por Lekic.

R.Mallorca.- Reina (1), Sastre (1), Valjent (1), Raillo (2), Estupiñán (2), Baba (1), Salva Sevilla (2), Dani Rodríguez (2), «Stoichkov» (1), Lago Jr. (2) y Budimir (1).

Minuto 62, Ariday (1) por Lago Jr. Minuto 71, Alex López (1) por Stoichkov. Minuto 82, Buenacasa (-) por Budimir.

ARBITRO:

Arcediano Monescillo (2), del Comité de Castilla-La Mancha. Muy protestado por ambos equipos, hizo un arbitraje valiente en medio de una verdadera guerra. Paralizó una contra del Mallorca en solitario  en el minuto 86 al mostrar tarjeta roja al local Mauro, tal como señala el reglamento. Además de esta, también vio la roja Jairo en el 38. Expulsó a Alvaro Cervera del banquillo local. Amarillas para Cifuentes, Correa, Kecovic, Garrido y Vallejo, del Cádiz y Baba, Salva Sevilla, Sastre y Reina, del Mallorca.

GOLES:

Minuto 26, Lago Jr rompe la defensa adelantada del Cádiz, llega a la linea de fondo, centra raso y Stoichkov se anticipa para marcar con la zurda desde cerca. 0-1

Minuto 83, saque de esquina, Reina sale en falso en medio de un barullo y Garrido, con la espalda, acaba introduciendo el balón en la portería. 1-1

COMENTARIO:

El fútbol debería ser sencillo pero a veces está lleno de contradicciones. Hay equipos que priorizan la posesión de la pelota sin que sepamos por qué, pues ordenan y mandan en tierra de nadie, lo fácil. Otros, por el contrario, juegan de cara y hacen del control su estrategia práctica. Mientras Alvaro Cervera salía con un once de clara vocación ofensiva, con una zaga peligrosamente adelantada y, por el contrario, un único punta no precisamente dotado de grandes virtudes técnicas, Lekic, Vicente Moreno optó por sacar a los jugones. Asi entre Salva Sevilla, Dani Rodriguez, Stoichkov y Lago Jr, el peligro y el balón rondaban asiduamente el área local, infundiendo a sus huestes un nerviosismo impropio que, a poco, supuso un gol en contra y una expulsión. Fueron más al choque que al juego, como si el técnico visitante hubiera visualizado el partido con más claridad que su colega, perdido y probablemente arrepentido de sus iniciales decisiones.
  A partir de aquí, el caos. Como si hubieran tocado a rebato, los amarillos se fueron con uno menos y a por todas después de la bronca de su preparador en el vestuario. Del tú a tú se pasó a la guerra declarada, en cuya trampa acabaron cayendo todos. Malo cuando la locura alcanza a los banquillos y un profesional es expulsado llamándole hijo de puta al otro. Eso al menos es lo que se podía leer en los labios del infractor o lo parecía. Pero lo lamentable ,de ahí la incoherencia, es que en ningún momento el Mallorca hiciera valer su superioridad numérica contra un Cádiz desesperado. Encerrado en su mitad de campo y con medio conjunto en el área propia, parecían los bermellones quienes se hubieran quedado en inferioridad. Sin una sola llegada ante la portería de Cifuentes, la olla delante de Reina hervía hasta que el agua acabó excediendo sus bordes. En lugar de sentenciar el resultado con firma y rúbrica, pesó más la relativa necesidad de mantener una ventaja que renunciaron a ampliar y entonces es cuando el tópico señala aquello de que tanto va el cántaro a la fuente que al fin se rompe aunque sea a trompicones o, en este caso, a golpe de tarjeta.
  Terminada la batalla, el balance impide valoraciones objetivas y desdibuja un primer tiempo brillante. 8 tarjetas amarillas y 3 rojas. Pero lo peor, dos puntos que volaron desde el mismísimo bolsillo.