A puerta cerrada
No hay como meterse en las redes sociales para comprobar que no solo hay un entrenador en cada aficionado al fútbol, sino que también hay un político, un abogado un médico en cada esquina y todos, por supuesto, expertos en sus respectivas materias. En boca cerrada no entran moscas……ni microbios.
La tragedia de Heyssel puso de manifiesto cuáles son las consecuencias del pánico y el terror no es genera solamente en directo, en la calle o en las gradas de un estadio, sino también a traves de los medios de comunicación sea cual sea su vehículo. Da pena que cualquiera con acceso a un ordenador o un móvil suelte lo que le dé la gana con educación o sin ella, sepa o no sepa de lo que habla, pero es peor que se divulguen ciertos mensajes desde determinadas tribunas y además en nombre de ideologías que evidentemente deberían ocupar un ultimísimo plano cuando se desata una epidemia.
Y si, creo que la medida de cerrar los campos de fútbol y canchas de otros deportes está bien tomada. Otra cosa es que en lugar de permitir la celebración de los eventos en los que también tienen que viajar árbitros, equipos, técnicos, empleados, etc, se suspendan las competiciones durante las semanas necesarias hasta que la evolución del coronavirus aconseje reanudar las actividades de referencia.
Lo que no parece normal es que se adopten medidas restrictivas ante el deporte, pero no se hubieran hecho ya para otras concentraciones como las de los festejos populares o manifestaciones reivindicativas de cualquier orden. Pero ya sabemos que los gobernantes, sean de color que sean, se han inscrito en los cursos del «postureo» y no en las cátedras de la eficacia.