Adios al Kaiser
Cuando Gary Lineker dijo que «el fútbol es un deporte inventado por los ingleses, juegan once contra once y siempre gana Alemania», se refería indudablemente a la Alemania de Beckenbauer, no a la de Rudiger, Schwensteiger o Sule. Los buenos aficionados llorarán hoy, mañana y siempre, el óbito del central por antonomasia del fútbol de todos los tiempos, con el permiso y la admiración de Baresi.
El «Kaiser» no solamente fue el dueño del área, que no cacique, sino quien abonó la idea del «libero», ese último defensa cuyo calificativo de «escoba» despareció en cuanto empezaron a ver cómo acariciaba el balón y lo movía desde atrás Franz Beckenbauer, precursor de aquellos que salen desde atrás con el balón al pié y no a través de esta cosa que ahora se conoce como fútbol directo, casi siempre un pelotazo hacia arriba y a ver quién la coge.
El teutón no admite comparación con Pelé, distintas demarcaciones, tiempos y filosofía, pero deja un hueco de idénticas proporciones en todos aquellos campos que, antes o después, ambos pisaron. Para quienes amamos el fútbol cual deporte, pero también como enseñanza de vida en sintonía con el premio Nobel Albert Camus que lo practicó de portero en Argel, se ha ido alguien que contribuyó a su grandeza al punto de que aun a día de hoy cuando cualquier tuercebotas trata de mover la pelota con la técnica y clase de la que carece, se le grita: «este se ha creido Beckenbauer». Y es verdad, solo hubo uno y ya veremos si sale otro o no.