Los peces beberán en el Guadalquivir. En Son Moix hay mucha intensidad, pero falta fútbol y tampoco hay río. El Sevilla, más práctico que brillante, se impuso sin exponer demasiado a un Mallorca que, al contrario de lo habitual, empezó mejor de lo que acabó, aunque siempre tuvo que moverse al ritmo impuesto por los andaluces. Sobró ansiedad y faltó serenidad para superar al mejor visitante de la liga. El VAR aclaró las dudas sembradas por un arbitraje equívoco que generó muchas protestas sobre el terreno de juego y en la grada. Un ambiente poco propicio para un equipo en apuros.
ALINEACIONES:
R.Mallorca. – Reina (1) Gámez (1), Valjent (1), Sedlar (1), Lumor (1), Baba (1), Salva Sevilla (1), Dani Rodríguez (1), Kubo (1), Lago Jr. (0) y Budimir (1).
Minuto 56, «Cucho» Hernández (0) por Salva Sevilla. Minuto 68, Chavarría (0) por Budimir. Minuto 77, Febas (-) por Baba.
Sevilla C.F.- Vaclik (1), Navas (2), Carriço (1), Diego Carlos (1), Reguilón (0), Fernando (1), Banega (2), Jordán (1), Ocampos (1), Munir (0) y De Jong (0).
Minuto 65, Koundé (2) por De Jong. Minuto 72, Vázquez (-) por Jordán. Minuto 88, Gudelj (-) por Ocampos.
ARBITRO:
Gil Manzano (1), del Comité de Extremadura. Su actuación pareció peor en el campo que vistas las repeticiones. Penalti de Baba sobre Jordán y gol bien anulado a Budimir. Más dudoso el primer gol del Sevilla por un forcejeo previo entre Baba y Diego Carlos, pero es el VAR quien ha de reclamar la atención del árbitro y no al revés, algo que debería saberse. Amonestó a Gámez, Valjent, Sedlar, Baba, Budimir y al segundo entrenador Dani Pendín de lado mallorquinista y a Jesús Navas, Reguilón y Fernando, del Sevilla.
GOLES:
Minuto 20, saque de esquina enviado al punto de penalti donde Diego Carlos gana por alto a Baba con Reina desplazado. 0-1
Minuto 60, Baba controla mal un balón en el área y en su intento de alcanzarlo pisa y derriba a Jordán. Del Cerro Grande, árbitro de VAR, pide a Gil Manzano que lo vea. Señala penalti. Lo transforma Banega de tiro alto y por el centro. 0-2
COMENTARIO:
La derrota no escuece, duele; pero lo que más preocupa es perder después de jugar al doscientos por cien ante un contrincante al que le basta hacerlo al cincuenta. Es fácil imputar el resultado a la influencia del VAR y aun más abroncar al árbitro por sus posibles errores al tiempo que aplaudes los de los futbolistas. Lago Jr. envió a las nubes un balón que solo tenía que empujar a puerta vacía. Una acción que pudo haber invertido la dirección que tomó el partido, pero la culpa no reside en ningún agente externo y quedaban 88 minutos para remediarlo. Todo lo que no sea reconocer que, sin impresionar a nadie, el Sevilla fue mejor implica renunciar a un examen de conciencia colectiva en todos los estamentos del club y engañarse imprudentemente a uno mismo.
Las bases las sentó el cuadro andaluz que mantuvo la posesión del esférico cuando la quiso, atacó con paciencia en momentos puntuales y especuló con el marcador favorable sin hacer más daño del necesario ni recibirlo. Igual que le ocurrió al Mallorca en partidos anteriores, en Vigo por ejemplo, tanto Navas y Reguilón corrieron la banda sin apenas oposición aunque este último tuviera sus dificultades con la habilidad de Kubo. No le fueron concedidas muchas oportunidades de gol, porque los locales mantenían muy juntas sus líneas, a casi todos sus jugadores en terreno propio y cerraban bien aun a costa de incrustar a Baba entre los centrales. Por fortuna o por la buena colocación de Valjent y Sedlar, que sin desentonar pasó desapercibido, los rematadores blancos aparecieron muy poco o nada. Solo Ocampos, extrañamente situado en la izquierda a pierna cambiada, ofrecía destellos de calidad sin estallidos de pólvora.
El exceso de celo induce a veces a confundir la intensidad con la pelea. Los bermellones tenían tan poco que ganar al entrar en guerra y menos con los cambios introducidos en la segunda mitad. Si todo el juego combinativo para por Salva Sevilla, sustituirlo en beneficio del “Cuco” es la fórmula perfecta para que al colombiano no le llegue ni una. Meter a Chavarría por Budimir equivalía a aligerar el trabajo de Carriço y Diego Carlos y quitar a Baba solo evitar una segunda tarjeta que se habría traducido en expulsión. Pero Lopetegui ya había ordenado no forzar la marcha, prefirió conservar el botín en lugar de ir a por más. Total ¿para qué?.