Aprender de la historia

Robert Sarver, que saldrá de la NBA con más millones que nunca y menos prestigio del que jamás tuvo, desconoce la historia del fútbol español y europeo tanto como sus socios. Tanto él como su socio Andy Kohlberg, pues me temo que a Steve Nash la aventura mallorquina ha dejado de importarle lo más mínimo, son empresarios adinerados que atravesaron el Atlántico para satisfacer su curiosidad respecto a cómo funciona esto del «soccer» que allí va por detrás del «baseball», el «football» e incluso el «basket», seguramente algunos más, y aquí les contó que era un chollo. No, no lo es; ni una broma, tampoco.

Ya que tuvimos la mala o buena suerte de que cayeran aquí tras varios intentos fallidos en otras plazas, deberían informarse de ciertos conceptos básicos: a lo largo de sus 29 años en primera división, alternos menos los comprendidos entre 1997 y 2013, todas las plantillas fueron mejores que las que ellos han dispuesto y que la categoría es el único y verdadero patrimonio de este club del que hoy son propietarios y mañana quién sabe.

Ha habido tres decenas de equipos más o menos modestos que en determinados momentos dieron el gran salto. Entidades de abolengo que debido a su mala gestión entraron en el taller de reparaciones e incluso pasaron a desguace. El Zaragoza, 58 años en la élite, lleva casi dos lustros en Segunda. 46, el Deportivo que después de perder la promoción de ascenso precisamente con el Mallorca, derivó a la tercera categoría del fútbol español se llame como se llame ahora, pasó un año por el infierno para caer hasta profundidades de las que no consigue salir. Por no hablar del Racing, 44 temporadas en Primera, Sporting 42, Oviedo 38, Málaga (refundado) 37, o Las Palmas 34. Y eso que el tiempo ha borrado antiguas gestas como las del Albacete, el queso mecánico de Benito Floro, o el Pontevedra que se subió a las patillas del Madrid o el Barça y aportó internacionales a la Selección

El Mallorca debería colocar el próximo mes de junio el 3 en la columna de las decenas. La única manera de concebir la esperanza de que cambien sus estructuras, empezando por los dueños y acabando en la carretera de Sóller.