Aquellos felices 80’s
No creo eso de que cualquier tiempo pasado fue mejor, pero al echar la vista atrás no puedo dejar de sorprenderme por los fichajes que, sin los medios técnicos, tecnológicos y económicos de ahora, lograban antiguos directivos del Mallorca con Miquel Contestí a la cabeza por el mérito añadido de haber sacado al club de su verdadera ruina. Aquello si que era el descenso a los infiernos, la desaparición, y no lo de Sarver, Kohlberg y «partners» a quienes quisiera yo haber visto actuar sin electricidad, telefóno, un estadio en ruinas y hasta los derechos de sus jugadores vendidos en pública subasta. Por supuesto, nada de «ceos» o directores deportivos, figura inexistente en aquella época, preparadores físicos, de porteros, auxiliares, psicólogos, observadores y el resto de la corte celestial en curso.
La diferencia entre el de Llucmajor y alguno de sus antecesores, como Guillermo Ginard o Juan de Vidal y Salvá que traían futbolistas conocidos del orden de Vicente, Joseito, Pepillo, Sampedro, Pais, Luis Costa, Benegas, Canario o Pereda, procedentes de equipos grandes, es que el último de los presidentes antes de la conversión del club en sociedad anónima deportiva, no dejó el club entrampado hasta las cejas. Y así, sin subvenciones, sin derechos audiovisuales, sin ciudad deportiva, sin apenas publicidad ni más fuente de ingreso que taquillas, abonados, reparto de las quinielas y el balance entre altas y bajas, llegaron a vestir la camiseta bermellona, jugadores codiciados por la mitad de los equipos de primera división que se quedaban con un palmo de narices. Porteros como Tirapu (Atlético), o Ezaki Badou, héroe marroquí en el Mundial de México, otros salidos de las factorías del Real Madrid (Sabido, Paco Bonet, Sanjosé) o el Barça (Zuviría, Estella, Martínez, Pedraza, Fradera), y Urtubi (Athletic), López (Betis), Juani (Las Palmas), Verón y Alvaro Cervera (Racing), Chano y Calderón (Cádiz) Orejuela y Luis García (Salamanca), Claudio (Elche) o extranjeros del calibre de Kustudic, Barrera, Vulic……
Si reconozco que los tiempos cambian que es una barbaridad, cual canta Don Hilarión en La Verbena de la Paloma, pero la memoria se hace presente ante el despertar a la realidad de hoy centrada en la permanente búsqueda de gangas, cesiones y pelotazos. Hombre como Miquel Contestí no llegaron al fútbol por dinero, mientras que en la actualidad no hay un solo accionista, ejecutivo o dirigente que esté ahí por otra cosa.