Arbitros sojuzgados

Leo que la Liga de Fútbol Profesional convoca una asamblea extraordinaria para tratar, no sé si entre otros, el espinoso problema, por el que atraviesa el fútbol español, con Negreira o sin él. Quieren plantear que el Comité Técnico deje de depender de la Federación Española y lo haga de la Liga o, dicho de otro modo, pasar de «guatemala» a «guatepeor».

Suena feo que la propuesta no huela a otra cosa que a un capítulo más de la guerra que enfrenta a Luis Rubiales y Javier Tebas, ahora en el campo de batalla de los arbitrajes, con la sospecha tácita de que al final todo se reduce a ver quién los controla.

Para no empezar la revolución sin más arma que un mondadientes más o menos afilado, habría que poner en solfa el papel de la Federación como organizadora de las competiciones. Nacieron como una forma de control de cada deporte, pero perdieron todo su sentido en cuanto algunos de ellos se han profesionalizado hasta las cejas. Por mucho que les duela a Infantino y Ceferin, están condenadas a medio plazo a convertirse en simples canalizadoras de especialidades amateur. Vean el ejemplo del tenis, capitalizado por la ATP y la WTA, ajenas a cualquier intervención  exterior.

Es incoherente que campeonatos integrados por sociedades anónimas deportivas, vengan regidos por un ente que no aporta nada, salvo cobrar de los ingresos de otros, ya sea en especies (selecciones) o efectivo (arbitrajes, fichas, sanciones, comités, etc). Para sortear un calendario del que no pueden poner ni el horario, no se necesita a nadie.

Dicho esto, los árbitros deben defender su independencia de unos y de otros porque, de lo contrario, siempre estarán bajo sospecha. Rendir cuentas en Las Rozas en la calle Arturo Soria no ofrece grandes diferencias o, mejor dicho, ninguna. Los colegiados no puede, ni deben, someterse a la presión de los clubs que les pagan, sea a través de una institución o de otra. Lo que tendrían que exigir y la LFP promover, es la creación de su propio órgano en términos de empresa de servicios con estatutos propios, reglamento interno y absolutamente independiente. Todo lo que pase por ahí, ha sido, es y será una trampa.