Cómo hemos cambiado

Si, el Mallorca tuvo muchos presidentes mallorquines desde sus comienzos, eran tiempos en los que la responsabilidad de los directivos en los balances era mínima. Si había pérdidas se largaban endosando el muerto a quien estuviera dispuesto a tomar el relevo. Y, en efecto, Miquel Contestí , empujado por José María Lafuente López, que ya había sido secretario bajo la presidencia de Jaume Roselló con el que se conquistó el primer ascenso a primera división en abril de 1960, descendió a los infiernos para rescatar a la institución de un estado crítico: sin luz, sin teléfono, sin jugadores sin una sola peseta.

Valga el recordatorio para preguntarnos por qué nadie quiso saber nada a partir de la obligada reconversión en sociedad anónima deportiva. Tras su dimisión, ni siquiera su mentor, el mencionado Lafuente, pudo dar un paso adelante como el que habían dado quince años antes. Y desde entonces, cualquier intento, desde Vicenç Grande a Mateo Alemany y Serra Ferrer, ha sido torpedeado hasta el punto de abandonar el club en manos ajenas a esta Comunidad. Si, lo intentó Miquel Dalmau, que en paz descanse, con el apoyo del empresario turístico Gabriel Barceló y el doctor Beltrán, este con apoyo externo. Se estrellaron contra la indiferencia de la sociedad mallorquina que rechazó la oportunidad de asumir la propiedad entre todos.

Hubo quien en cierta ocasión me hizo la siguiente reflexión: la mitad de lo que tenemos nos lo hemos ganado y la otra mitad nos la hemos merecido. Así que cada palo aguante su vela y a quien dios se la dé, san pedro se la bendiga. Amén.