Cada vez menor exigencia

Estaba en cierta ocasión sentado entre el público en el estadio de Son Moix cuando el Mallorca forzó un saque de esquina a favor. Rugió la grada y, a mi lado, un espectador resignado comentó: «ya aplaudimos los córners». En efecto no había mucho más que destacar. +

Me acaba de refrescar la memoria de aquella anécdota un titular que leo en un resumen del directo del encuentro de promoción a primera división que se disputa en el Nuevo Carlos Tartiere, también estuve en el Viejo, con este título: «el Oviedo responde con otra llegada peligrosa». El visitante es el Espanyol, del que se supone lo habrá intentado minutos antes.

Adviertan el mensaje, en primer lugar «llegada» y, por si fuera poco, «peligrosa». Tendremos que admitir que para el cronista el hecho de haber llegado ya es digno de ser destacado, pero si además lo ha hecho con peligro, bueno, ya es para generar entusiasmo.

Parece una broma, pero no lo es. Cabe preguntarse en cuántos partidos de Primera echamos de menos alguna llegada según hemos sufrido, y no como excepción, en muchos lances del Mallorca, sobre todo en campo ajeno. Si además se genera una ocasión o la acción termina en gol, estalla el éxtasis.

He puesto el ejemplo local, el que nos es más próximo, pero sucede en no pocos encuentros de la máxima categoría e incluso en campeonatos internacionales de alcurnia, la Eurocopa en vigor por ejemplo. El fútbol actual ha decaído hasta extremos en los que pisar el área enemiga, producir una oportunidad de gol y, no digamos, marcarlo, parece algo excepcional si bien debería ser, sino lo habitual, algo más frecuente.