Compromiso real

Según datos facilitados por la Liga de Fútbol Profesional, la pasada temporada en primera división el Mallorca percibió de la patronal 40 millones de euros. Su límite salarial se quedó en unos 32 después de un ligero aumento en el mes de enero, lo que no fue suficiente para mantener la categoría pese a los frágiles refuerzos contratados. Sin embargo la ampliación de capital acordada por el consejo de administración meses atrás, junto al cese de Maheta Molango a principios de año, sugieren que la SAD no funcionaba a gusto de sus accionistas.

Hace cinco años que Robert Sarver, Kohlberg, Nash y sus socios aterrizaron en Son Moix. Siempre me pregunté por qué habían despreciado un ascenso que hubiera podido conquistarse medio año más tarde de no haber confiado en un técnico gastado como Fernando Vázquez y no haber apuntalado una plantilla cuyas vías de agua eran susceptibles de reparación. Habrían recuperado su inversión. Lejos de ello, pusieron el club en manos de un consejero delegado inexperto y desconocido, para sacrificar después al presidente, único representante mallorquín en la sala de juntas y a día de hoy uno, Steve Nash, ya no sale en la foto.

Si es cierto que la historia es cíclica, quizás nos encontremos ante una situación parecida. Y me temo que ahora el ascenso ya no es solamente un deseo, sino una necesidad. De no subir, la veintena de millones de presupuesto para la presenta campaña se verían reducidos a la mitad para la 2021-22, sin ayuda al descenso y como contrapartida al horizonte de otros 40 «kilos» en caso de retorno a la élite. Por tanto es el momento adecuado para que la propiedad demuestre su compromiso real, más allá de declaraciones pactadas, compra de pisos a título personal o cualquier otra operación cara a la galería. El mercado está abierto y aunque la primera vuelta del equipo presenta unos números ilusionantes, el deber de los propietarios es convertir la esperanza en garantía. La cuenta atrás ha comenzado.