Conocer la historia
Ignoro qué mosca le picaría un buen día a Robert Sarver o alguno de sus compañeros de viaje para reparar que en una pequeña isla del Mediterráneo, de la que no conocía ni siquiera que un fraile franciscano nativo evangelizó California, había un equipo de fútbol no puntero en el que valía la pena invertir algunos millones de dólares. De la noche a la mañana se hizo mallorquinista sin conocer del club más que su trayectoria de diez años hacia atrás. Menos da una piedra.
Los empleados a los que contrató para justificar su decisión en aras de un negocio en ciernes que aun no hemos llegado a saber muy bien dónde se esconde ni en qué consiste, tampoco se han esforzado en bucear más allá del 2010 e informarle de los mínimo de estos 106 años de vida. Si lo hubieran hecho, al ex presidente Contestí le reconocerían cuando va al palco del estadio de Son Moix. Como si la historia de España comenzara con Adolfo Suárez o Franco y no supiéramos de Los Reyes Católicos, Carlos I, los íberos y los celtas.
Me hago esta reflexión después de leer que a Muriqi, mucho más integrado con el mallorquinismo que sus propios jefes, quiere dejar huella como la que marcaron Etoo, Webo o Güiza. Seguro que al buen delantero kosovar le gustaría saber que los anales de su club están jalonados de más nombres cuyo recuerdo honra su memoria y la de la entidad tanto como el denostado Lluis Sitjar, cuya puerta resistirá los embates de la apisonadora y el desbrozo.
Samuel, Pierre y Dani, si. Pero también Pepillo, Ernesto Domínguez, el «tronquito» Magdaleno, Dani, Diego Tristán, Sampedro, Milojevic…….solo por circunscribirnos a su misma posición, porque si nos vamos a otras demarcaciones la lista sería mucho más larga.
El Mallorca está por encima de su uso especulativo. Sus raíces, a veces mal nutridas, se ramifican hasta mucho más allá de la aventura americana y un profesional ejemplar y verdaderamente entregado, como Muriqi y no como Sarver o Kholberg, merece saberlo porque, este si, se ha hecho mallorquinista de verdad y no de boquilla.