Cuatro ascensos y un funeral (Capítulo (3)

Sigo con los ascensos del Mallorca que viví de primera mano en pleno ejercicio de mi profesión. Sin duda el de la temporada 1988-89 fue el más emocionante para mi, primero porque se celebró en casa, lo que no había experimentado antes, y después por las emociones sentidas y todo lo que rodeó aquella eliminatoria contra el Espanyol, que venía de Primera a enfrentarse al aspirante, con Serra Ferrer al frente.

En el partido de ida el cántabro Sánchez Arminio, que después sería presidente del Comité Nacional con Angel María Villar en la Federación, barrió para casa con descaro y favoreció con sus decisiones al conjunto de Sarriá al ignorar dos penaltis de libro cometidos sobre Alvaro Cervera, hoy exitoso entrenador del Cádiz. Yo tuve de comentarista a Jesús Pereda y en la cabina situada por detrás de la última fila de una grada cubierta y sin acristalar, nos dijeron de todo menos guapos. Ya se imaginarán. El caso es que el triunfo se quedó en Barcelona, 1-0.

Para la vuelta fue designado el guipuzcoano Urío Velazquez. Corrían rumores, a veces más insidias o calumnias que antesala de la noticia, de que se habría reunido con directivos blanquiazules en un restaurante de Palma. Pura patraña. Lo cierto es que fue un arbitraje polémico el suyo al anular un gol a Golobart en la primera parte y expulsar a Alvaro en los minutos finales de la prórroga. Miguel Angel Nadal había batido a N’Kono a los 13 minutos de laq contienda, pero el marcador seguía inalterable. Serra tuvo que solucionar un problema seria cuando, en los ejercicios de calentamiento previos al encuentro, Stojadinovic le comunicó que no se sentía en codiciones de jugar. Las malas lenguas aseguran que el delantero quería percibir un millón de pesetas, pero fuera como fuera, tuvo que ser Endika, el «nueve» en la alineación inicial.

Un tiro desde fuera del área de Gabriel Vidal entraba raso y junto al poste en la meta catalana en tiempo de prórroga. Desolación en el banquillo españolista donde una terna integrada por «Pichi» Alonso, Longhi y García de Andoín, habían sustituido a Mauri, que anteriormente había hecho lo propio con Javier Clemente. Euforia en el foso local porque era el segundo ascenso con el mismo sello, el de Serra Ferrer y goles netamente mallorquines. Este día me quedé casi sin voz, también tuve que bajar a los vestuarios a por entrevistas pero, por fortuna, nadie me metió en la ducha.