De jueces y reglamentos

Se lo he dicho esta misma tarde a un amigo y lo repito aquí: es absolutamente ridículo y esperpéntico que un tribunal de justicia tenga que decidir si un partido de fútbol o varios se disputan o no en lunes o viernes. Como si los jueces no tuvieran ya bastante con la que está cayendo. Este país es de traca.

Aunque la decisión de cambiar el horario trastoca indudablemente la planificación semanal de los entrenamientos, remueve los viajes de aquellos que se tienen que desplazar y causa molestias e incomodidad, tampoco es cuestión de exagerar. Si los clubs dejaran de consentir que la Federación y la Liga los usen para dirimir sus trifulcas de colegio no pasarían estas cosas, pero todos pasan más tiempo en tratar de arrimar el ascua a su sardina en busca de beneficios de diferente índole respecto a sus competidores que en exigir su derecho a organizar sus competiciones, un comité de árbitros independiente o un cuadro de especialistas de VAR ajeno a los colegiados de campo.

Luego se quejan, pero fíjense en lo que invierten su materia gris los técnicos de la FIFA para mejorar el espectáculo. Arsene Wenger, que por fin dejó de trapichear en el Arsenal, propone que los saques de banda se efectúen con el pié, en los de esquina se permita que el balón exceda la línea de fondo si va por el aire y que el fuera de juego no se aplique en el momento del último pase sino a la recepción del balón. Yo digo que hay aspectos del juego y, sobre todo de su organización institucional, mucho más importantes. Por ejemplo la manipulación imperante en el orden de los partidos, las designaciones arbitrales a dedo, la desigualdad entre sociedades anónimas deportivas y entidades sin ánimo de lucro, ¡qué paradoja!, y todo lo que contribuye a distorsionar la realidad de lo que sucede en el terreno de juego. Que no es poco.