Estadio «Miquel Contestí»

Ahora que Florentino Pérez ya ha enseñado la patita de su última pretensión, convertir el Real Madrid en sociedad anónima, igual que ya a insinuado Jan Laporta en el Barça, recordemos el fracasado intento de Miguel Dalmau Diana y Javier Cabotá, que en paz descansen, para repartir el capital del Real Mallorca SAD entre el mayor número posible de accionistas esparcidos por toda la Isla. El proyecto buscaba evitar amplias mayorías para lograr un club de fútbol de todos. Del fango de aquella indiferencia generalizada, quedaron los lodos que, societaria y socialmente hablando, estuvieron a punto de engullir la entidad y constituyen el frágil fundamento que los financieros americanos presididos ahora por Andy Kohlberg, gestionan como un negocio más. Nada que objetar.

Los actuales dueños han presentado hace poco lo que han calificado como una nueva imagen de marca en un acto al que asistieron mallorquines de pro, mallorquinistas de contra y hasta algunas autoridades. Hubo quien temió un cambio de escudo, que no sería lo más importante puesto que ya se ha hecho otras y no pocas veces. Parecería más grave rebautizar de nuevo el nombre del estadio por dos razones: primero porque es de propiedad municipal, o sea de todos los palmesanos diga lo que diga el magnánimo contrato de cesión vitalicia firmado en su día por el doctor Beltrán, que Dios tenga en su gloria, y el entonces alcalde Joan Fageda. Y segundo porque más allá del gentil patrocinio del Consell Insular de Mallorca para denominar el multiusos por su patronímico natural, mi menda no se referirá jamás al recinto a través de la marca comercial a la que se propongan vender.

Si el fútbol en general dejara de malgastar lo que no tiene en contratos interestelares con falsos dioses, competiciones sin sentido y otras formas de derroche irresponsable en beneficio de bolsillos anónimos, no necesitaría exponer su alma en el escaparate de un mercadillo grosero e incontrolable. Puestos a renovar el agua bautismal, propongo respetar la historia y reconocer al hombre que durante más años ostentó la presidencia del club, el único que lo rescató de sus cenizas a finales de los setenta y no es otro que don Miguel Contestí Cardell. Estadio Miquel Contestí. Escrito queda sin la menor duda de que no habrá otra respuesta que el silencio y el olvido, si no el desprecio.