De la cabeza a los pies
Aunque en el fútbol como en la vida lo único importante, lo que trasciende, es el resultado, hace tiempo que aprendí que antes que mirar el marcador es preciso analizar la causa de su signo. La victoria o la derrota se muestra engañosa en múltiples ocasiones, ciertamente no en todas, pero el comportamiento del equipo, el juego que ha desarrollado y su capacidad para crearlo es lo que señala el camino por el que se va a transitar. A veces pierdes, como el Almería en Villarreal y otras ganas igual que el Mallorca en Vigo porque en ambos casos no apelamos a lo merecido, sino a lo trabajado. Por eso no cabe hablar de justicia, sino de mérito.
Lo que más preocupa del inicio de temporada de la escuadra de Javier Aguirre no son los cinco puntos de quince que vienen a paliar un arranque mucho más grave, sino la fijación de una idea que sirve menos de lo que aparenta. Creo que son pocos los competidores que alinean a cinco defensas y un solo delantero, pero esta tampoco es la cuestión porque defender o atacar no es una cuestión meramente numérica. Con este quinteto se conceden innumerables ocasiones de gol al contrincante de turno y con el kosovar, que lucha lo indecible, se ha marcado un gol en 450 minutos más las consabidas prolongaciones.
Este es un deporte de ida y vuelta en el que la retaguardia tiene idéntica misión que la artillería. Si te limitas a resguardar tu posición sin apenas pisar la del enemigo estás cursándole una invitación al acoso, muy diferente si le dejas claro que si se lanza a por uvas puedes aprovechar sus espacios. Pare ello necesitas rapidez mental, velocidad y decisión, pero si el mismo entrenador reconoce su falta de llegada, variante y gol, algo no encaja porque de él depende que se corrija. No te cubres la cabeza para mostrar los pies, ni viceversa. Peor cuando, resultados aparte, no haces ni una cosa ni la otra.