De la risa al estupor

Cuando leo el texto de la decisión de la Jueza de la Real Federación Española de Fútbol para aceptar la petición de aplazamiento del Mallorca-Cádiz en aras de «la integridad» de la competición, me entra la misma risa que me provoca el amago de romper con el «rubialismo» mientras Luis Medina Cantalejo, el jefe de los árbitros, sigue al frente del colectivo con la que está cayendo.

Ya dije que pedir la suspensión del encuentro en cuestión por la baja de un jugador, me parece una muy mala decisión que quiero entender ha sido tomada entre la dirección de fútbol y el cuerpo técnico. Tal como está el equipo, tres semanas de entrenamiento de menor intensidad, sin jornada a la vista y más motivación que la de una sesión de pre temporada, días libres, etc, se me antoja una temeridad. Un solo hombre no hace un equipo. Ni que Muriqi, por necesario que sea, fuera Messi. Pero, además, las fechas propuestas obligan a la disputa de tres encuentros en una semana y ninguno de ellos precisamente de Copa.

Sergio González, entrenador visitante, ha hecho el «paripé» a las mil maravillas porque la realidad, ignorada por los linces de Son Moix y Son Bibiloni, es que los de amarillo habrán recuperado nada menos que a seis de sus mejores mimbres: Luis Hernández, Sobrino, Fali, Ocampo, Iván Alejo y San Emeterio. ¡Premio al ideólogo!.

Calma. Para el 29 de noviembre seguramente hayan finalizado las obras de la grada del fondo sur y alguien querrá colgarse la medalla imposible de hacer del estadio subsede mundialista en el lejano 2030, salvo que las normas de FIFA y UEFA que exigen una capacidad mínima de 30.000 espectadores para albergar partidos oficiales de selecciones, haya cambiado.