De Luis a Luis
Era un secreto a voces que la Federación Española de Fútbol necesitaba aires nuevos, diferentes. Demasiado tiempo, mucho inmovilismo, ningún avance. En cuanto a la Selección, anclada en su título mundial de Sudáfrica hace ya ocho años y consumado su tercer fracaso: Brasil, Rusia y entre ambas, la Eurocopa.
Luis Rubiales representa esa novedad. Acertó sin titubeos a la hora de castigar la deslealtad de Lopetegui, pero le espera una árdua tarea a la hora de enfrentarse a Florentino Pérez y otros poderes fácticos del fútbol español, sin olvidar los mediáticos. Pero como todo recién llegado es valiente. Ya veremos lo que le dura.
Prueba de ese coraje es la designación de Luis Enrique como nuevo seleccionador. No era una decisión fácil y muchos temblábamos solo de pensar que el banquillo que ha dejado vacante el ineficaz Fernando Hierro fuera a parar a manos de Michel o Quique Sánchez Flores.
El nuevo entrenador de la Roja entra con un proyecto por estrenar y sobrada personalidad para deshacer las canongías que, en otra época y con otros perros pero los mismos collares, tuvo que romper Luis Aragonés. De ahí su éxito posterior. El técnico asturiano tiene fama de llevarse no precisamente bien con los periodistas, otro punto a su favor en no pocos casos.
Ahora, cuando la Selección Española ha vuelto a sembrar el desencanto y el desinterés que combatió el de Hortaleza y supo gestionar Del Bosque, era el momento para un golpe de mano que devuelva a Manolo su bombo y a España su prestigio. Y Luis Enrique reúne los requisitos para hacer ambas cosas.