Disociación deportiva
Al discutir si Javier Aguirre, el entrenador del Mallorca, impone su idea de juego por encima de las características de los jugadores puestos a su disposición, se plantea una disociación tan clara como preocupante respecto a la proyecto de modelo que prefiere el club. El director deportivo, Pablo Ortells, ha invertido 7 millones en Larin que no puede sustituir a Muriqi en un equipo que nunca sale con dos delanteros y otros 10 en un magnífico centrocampista, Sergi Darder, descolocado en un dibujo con cinco defensas al que le es imposible rendir en funciones a las que ni está acostumbrado, ni le gustan, ni aportan nada al grupo.
El hecho es que el mejicano construyó un esqueleto en torno a una columna vertebral -Raillo, Galarreta, Kang in Lee-Muriqi- de la que, por diferentes causas, no queda nadie. Se le ha roto el juguete que ahora, sin pilas ni resortes, amenaza con rendir muy por debajo de sus potenciales prestaciones.
No se le puede reprochar al club que fiche en base a sus pensamientos y no siga ciegamente los deseos de su técnico. Los futbolistas con contratos de larga duración seguirán en la plantilla cuando el preparador de turno termine el suyo, dimita o sea cesado. Pero esto hay que hablarlo antes de firmar y rubricar los documentos oportunos. La dirección deportiva de la SAD ha de estar en línea con el cuerpo técnico, de la misma manera que si los componentes de este último deja de recibir los recursos humanos que solicita, no se ha de comprometer.
La renovación del «Vasco» no fue automática ni forzada. Ambas parte en algún momento tendrían que haber expuesto sus ideas. El Mallorca se benefició en su momento del desencuentro en aquel Valencia con Jorge Valdano, que liberó nada menos que a Romero, Engonga, Gálvez, Iván Campo, Eskurza y Moya. Si, por ejemplo, tu fichas por el Barça no creo que ni Deco, ni Laporta, ni Mateu Alemany antes de dimitir, te dejen jugar un 5-4-1 porque tampoco fichan para poder usarlo. Y si los de arriba no se entienden con los de abajo, no hay «Fairy», detergente, que lo desengrase.