«Cherchez la femme»

Procuro apartarme de los tópicos, aunque no siempre lo consigo, y odio las generalizaciones que, salvo contadas excepciones, conllevan una carga de injusticia. En cambio intento fijarme en los gestos, captar detalles, interpretar miradas. Todos sabíamos que el acto de despedida de Sergio Ramos del Real Madrid con Florentino Pérez era una representación, casi una «performance», anglicismo que define muy bien la comedia. De ahí que lo importante no era ni una sola de las palabras que se dijeron, esperadas, lógicas, inevitables, ni siquiera la imagen de los protagonistas, sino desviar los ojos hacia los asistentes.

Un viejo modismo francés advierte que si uno se enreda en la resolución de un misterio o una incógnita, busque a una mujer: «cherchez la femme». Y si en lugar de permanecer resignados a la espera del discurso del presidente del club, hubiéramos reparado en la cara de Pilar Rubio, la esposa del futbolista, cuando el gran jefe se dispone a hablar, entenderíamos mucho de lo que ha sucedido en este asunto. ¿Ha sido ella?. No. Pero es la que lo sabe todo, es madre de cuatro hijos, gana casi tanto dinero como su marido y deja en manos de René, su cuñado y su suegro, el día a día. ¡Ay si las alcobas hablasen!.

De hecho ha llovido desde que Pérez quería ver tanto al central como a Casillas fuera de Valdebebas. Secretos filtrados en tranquilas noches de navegación bajo la luna del Mediterráneo. ¡Ese yate! anclado en Puerto Portals. Ha esperado su momento en cada caso. No podía rescindir alegremente el contrato de un jugador que, entre otras cosas, le dio dos Champions, nada menos. Colgado el escudo de oro en cuello ajeno, él se los pone a diario, podrá respirar sin que quede allí más símbolo que si mismo. Primero el dinero, después el poder y finalmente la gloria, una secuencia invariable y tan antigua como la existencia del hombre. Y uno puede perder en el terreno de juego, pero jamás, nunca, en el palco.