El color del dinero
Sin rozar siquiera la lamentable política que sufrimos y la imitación de democracia por la que nos regimos, no les falta razón a quienes claman por lo que hubiera debido ser la suspensión de toda la jornada de fútbol profesional a raíz del drama soportado en la Comunidad de Valencia. Y ahí es donde entramos nuevamente en la locura del calendario aprobado por la Liga de Fútbol Profesional y sometido por la Federación Española a los caprichos de la FIFA y la UEFA.
Encontrar fechas para colocar diez partidos de primera división y once de Segunda en medio de la selva de competiciones que nos invaden, es una tarea no difícil, sino lo siguiente. Sin discutir que la tragedia está por encima de todo inconveniente, incluso reprogramar los encuentros aplazados costará lo suyo y perjudicará los intereses deportivos y económicos de más de un equipo. Por si fuera poco al señor Rubiales, que en Granada, la República Dominicana o donde le dé la real gana continúe, no se le ocurrió otra idea genial que transformar la Supercopa, que eran ida y vuelta entre los campeones de liga y copa, en un play off con tantos equipos como días, cuatro y en país extranjero y no precisamente próximo. Sus sucesores, los mismos perros, con idénticos collares, no han corregido tan brillante iniciativa. El color del dinero.
La vida sigue, para algunos como siempre y para otros infectada e infestada de lodo. La liga, también. «The show must go on», cantaba Freddy Mercury en Queen o «All that’s jazz», como se titulaba la película de Bob Fosse. Aquí abajo, en la tierra, Luis Aragonés decía «el fútbol es para listos», aunque nunca supe si se refería a los jugadores o a los dirigentes. No se lo pregunté.