El fútbol como negocio

Si según sugieren algunos lectores del presente blog aceptamos que el fútbol es un negocio, entonces nada tiene sentido. En realidad puede que lo haya sido siempre aunque es evidente que los tiempos han cambiado y que, al contrario de lo que rezan los estatutos de las sociedades anónimas deportivas, es ridículo que los clubs no reconvertidos -Real Madrid, Barcelona y Athletic- pasen como entidades sin ánimo de lucro. Pero a lo que íbamos.

Contemplado como espectáculo no se diferencia de una película, una obra de teatro, una corrida de toros, un concierto, una comedia o una sesión de varietés. Cualquiera de estas representaciones admite tanto la crítica como la particularidad de los gustos de cada cual. Vamos al cine, a la plaza de toros, una sala de fiestas o frente a otras escenarios con la esperanza de que la oferta justifique el precio de la entrada que hemos pagado. Si es buena, perfecto; si es mala, lo siento.

Pues bien si reducimos el fútbol a eso, huelgan sentimientos y manifestaciones de apoyo a jugadores y clubs. No he visto jamás al público alzarse en vítores en una sala de exhibición cinematográfica, ni llamadas a la afición para ver torear a alguien en particular o campañas de amantes de la música o el teatro para favorecer la asistencia a una determinada exhibición. Rozaría el absurdo.

Por eso, si sustraemos del fútbol el disfraz del sentimiento no queda absolutamente nada más que aplaudir o pitar según la calidad del partido. Probablemente los futbolistas terminarían siempre con una gran bronca del respetable. Si solo nos queda el negocio, nos convertimos en borregos que nos rascamos el bolsillo para alimentar la cuenta de ingresos en la explotación de los clubs que, sin ningún pudor, se aprovechan de un sentimiento que sus dirigentes o accionistas no tienen. Analizado fríamente no hay mayor tontería.

Escribo en términos generales. Afecta a todos. Si alguien quiere buscarle tres pies al gato y extrapolarlo al Mallorca. Pues también vale. Quizás con mayor motivo, dadas sus circunstancias.