El IPC del fútbol también ha subido

Dijeron que el secreto del éxito del fútbol reside en que dentro de cada espectador anida un entrenador, aunque sería más propio decir que lo hace un seleccionador o un «alineador». Pero los tiempos cambian y esta figura peculiar no permanece ajena a dicha evolución por lo que bien podríamos afirmar que en el espejo de cada aficionado se refleja también un director deportivo.

Ya no se trata de opinar si debería jugar aquel futbolista u otro, ahora ya se hurga en cuentas ajenas y se lee y escucha a quién y por cuánto hay que vender a este para poder fichar a ese. Con la pasta que se llevan los secretarios técnicos, hasta hace poco se les llamaba así, muchos han equivocado su carrera. Pablo Ortells, sin ir más lejos, químico de profesión y miren dónde se encuentra.

El hombre está que no vive en si. Como si no tuviera bastante para buscar mercancía buena, bonita y barata, algo imposible en el fútbol de nuestros pecados, le marean con que si el Atlético de Madrid quiere a Maffeo, el Valencia a Raillo y no sé qué equipo de segunda división de Inglaterra a Muriqi, que no cotiza aquí. Ignoro si el kosovar vale 12 millones, lo que si sabemos es que los cuesta. Veamos, que tampoco hablamos de Benzema, Haaland, Mbappé o Lewandoski y perdón por las comparaciones. Claro que a estos les compran por mucho más. La vida se ha puesto muy cara y el fútbol no es la excepción que confirme la regla. Pero creo que los americanos siguen sin enterarse. Deben ir a la tienda esa cuyos clientes no son tontos.