El logopito
Si ustedes comparan la imagen del anterior escudo de la Real Federación Española de Fútbol con el que se acaban de inventar verán que descifrar a que institución corresponde es una tarea árdua. Pero de eso al nuevo, dicen que nuevo logotipo, media un abismo. Cabe esperar que si deseñador no haya cobrado mucho porque no da la sensación de haber invertido demasiado tiempo en creatividad y aun menos imaginación.
Pero yo lo entiendo. En los tiempos que corren nadie está para forzar la mente, pero sobre todo ningún cargo público está para que nadie tenga que hacer ningún esfuerzo intelectual, ni siquiera visual o auditivo. Si en las leyes de educación carecen de importancia los suspensos que uno acumule para pasar de curso, materias aparte, quién va a ser Luis Rubiales para complicar su renovado estandarte. Lo entienden hasta los niños que acaban de aprender a leer, si es que no lo ha diseñado alguno de ellos.
Eso si, se asimila a la primera. Incluso podrían adoptarlo los oftalmólogos para calcular las dioptrías de sus pacientes con presbicia, estrabismo o miopía e incluso alcanza a quienes padecen cataratas. Adaptas el logo, le aplicas el zoom que corresponda para reducir el tamaño de las letras, aumentarlo no es necesario, y si alguien es incapaz de reconocer R F E F, aunque no sepa lo que significa, es que ha perdido definitivamente la visión. Ya si además emite un pitido en caso de que el lector se equivoque, miel sobre hojuelas. Por eso yo, en lugar de logotipo, prefiero llamarlo logopito. Cualquier futbolero lo capta sin necesidad de estudiar primaria, ni siquiera infantil.