El Madrid de Aguirre, Cúper y otros más
No voy a meterme en camisas de once varas, ni donde no me llaman. Pienso que la habilidad tiene mejor prensa que la inteligencia, también en la sociedad donde el pícaro, el listo, tiende a ganar más que el docto y, sin embargo, no hay que confundir una cosa con la otra.
No veo injusticia ni demérito en la victoria por penaltis del Real Madrid en Manchester, aunque tampoco comparto a quienes descalifican la resistencia cuando son otros equipos los que recurren al armamento defensivo para contrarrestar a un rival superior. Y ahí es donde estoy dispuesto a debatir entre el pragmatismo y la brillantez del llamado «estilo Guardiola», vulgarmente llamado «tiki, taka » o «ADN» en el caso del Barça, exclusivamente efectivo si cuentas con mayoría casi absoluta de grandes futbolistas entre los que, dicho sea de paso, no se halla el tal Haaland.
Ahí es donde quiero ir a parar ya que la premisa ineludible que permite disponer de una plantilla capaz y planificada para proponer este fútbol de pase que, de no salir bien se hace insufrible, es gastar o invertir, allá cada cual, una pasta cuyo dispendio se transforma en malversación cuando una estrella que cobra digamos, no sé, un millón de euros por temporada o aunque fueran solo cincuenta, falla un penalti decisivo en una final de la que cuelgan los billetes en cuestión, ya fueran dólares, libras o euros.
Lo aprendí de Mariano Tirapu, magnífico guardameta del Mallorca en la temporada 1983/84 procedente del Atlético, quien me convenció de que «los porteros no tenemos nada que hacer ante un penalti sino fallan los delanteros». En consecuencia, insisto, me resulta imperdonable que un profesional que practica durante 335 días al año entre partidos y entrenamientos, se apunte a la soberana tontería ideada para los prepotentes, tontos o malos: «solo falla quien los tira».
Entonces, ¿quién ha sido el hábil y quién el inteligente: Ancelotti o Guardiola?. Absténganse forofos y comentaristas.