El sin sentido de las federaciones deportivas
La pugna por el poder en las federaciones deportivas se explica en la razón de su propia inconsecuencia. Si Florentino Pérez lograra ganar la guerra de la Superliga, muy difícil pero no imposible, se abrirá la espita de que cualquiera en cualquier categoría tenga las manos desatadas para organizar competiciones. De hecho ya las hay en sectores no profesionales como el fútbol de empresas o el mismo invento de la Kings League, aunque le haya dado antes por el circo que por el deporte en si mismo.
Las federaciones son pura y llanamente recaudadoras. Cobran de los clubs, de los jugadores, entrenadores, preparadores físicos, de porteros, médicos y de todo aquel al que le exigen una licencia para ejercer sus funciones. Se atribuyen el poder, reglamentariamente concedido, de organizar los campeonatos cuantos más y controlan a los árbitros que, por su parte, funcionarían mejor como asociación independiente aunque seguramente ganarían menos dinero. Pero en pleno siglo XXI nadie necesita el control de una institución que no favorece en nada al deporte que tutela y que, en sus formatos actuales, no resistirá otro siglo; tal vez ni medio. Las ligas de fútbol profesionales o la ATP de tenis, por citar ejemplos concretos, ya han abierto el camino por su cuenta y riesgo.
Los políticos, sin embargo, llámense progresistas o conservadores, en el fondo apenas son diferentes, se aferran, quizás por pereza, negligencia o desconocimiento, a las fórmulas ancestrales que favorecen la continuidad de una estructura obsoleta. Lo acabamos de ver tanto en el proceso seguido en Madrid en relación a la Española de Fútbol, como en Mallorca, donde en lugar de abrirse a la democracia también en el deporte, convocan procesos electorales en base a una normativa de más de quince años de antigüedad que limita la amplitud del voto y la participación.
No faltó a la verdad el actual secretario de la Territorial Balear al considerar a los clubs «clientes» en lugar de sus lícitos y auténticos dueños. Ahora la Dirección General de Deportes del Govern Balear ha vuelto a ser requerida a intervenir administrativamente bajo la demanda interpuesta al no haber presentado las cuentas del Ente durante los dos años de actividad desde el nombramiento directo, sin elecciones, de la Directiva que preside Pep Sansó. Claro que actuar o no tampoco cambiará nada, objetivo último de quienes gobiernan en el deporte y en la política. ¿De qué vivirían si no?.