El VAR y punto final

Ya he explicado en anteriores ocasiones las normas que rigen la intervención del VAR. Está bien que los aficionados discutan las jugadas que perjudican a sus equipos y dejen de hablar de ellas cuando las imágenes les benefician, pero que entren al trapo los profesionales y, sobre todo, los directivos, pasa de castaño oscuro.

Aclaremos una vez más que el árbitro no consulta ninguna acción. En todo caso es desde la sala de vídeo que le avisan o le aconsejan revisar aquellas situaciones previstas en la normativa de aplicación. Es lamentable que se discutan las normas una vez que ya han sido acordadas y aceptadas. Penoso que ejecutivos como Maheta Molango se presenten en una rueda de prensa para quejarse de su funcionamiento después de perder un partido. No lo hizo al empatar en Vigo o en otras circunstancias, pero quedó  muy bien delante de su presidente, Andy Kohlberg, para no tener que hablar que de los doce fichajes efectuados como refuerzo, apenas juegan dos o tres.

En efecto, es más fácil montar un discurso sobre la filosofía del medio tecnológico de referencia que responder al fichaje de Fabricio que no aporta la menor competitividad en la portería, por no seguir con los de los lesionados Abdul Rahman, Salibur o el «»Cucho Hernández», los cinco años de contrato al trasnochado Alex Alegría, además de Lumor, Sedlar, Señé, Trajkovsky o Chavarría, con las excepciones de Febas y Kubo, este último cedido y amparado por operaciones comerciales en Japón. La responsabilidad no es suya, sino de Vicente Moreno que no los alinea.

La realidad es que, aparte de que tuviera una buena o mala actuación, Gil Manzano no influyó en el resultado del partido del sábado a deshoras. La una del mediodía, eso si es para quejarse pero, claro, a Tebas ni tocarle. En el primer gol del Sevilla Diego Carlos le gana la posición a Baba antes de siquiera tocarle, este último comete penalti en el segundo. Por el contrario, felicitar a Lago Jr. por el gol cantado que falló a los dos minutos o por tocar el balón que deja en fuera de juego a Budimir al batir a Vaclik. Y, por si acaso, es el marfileño quien contacta con el pié de Munir en el área sevillista y no al revés.

La diatriba del consejero delegado mallorquinista en caliente no será bien recibida en el estamento arbitral, pero no posee el don de la oportunidad, ni la virtud de la humildad.