Eligieron ciento volando
De haber podido elegir, yo hubiera sacrificado el partido del Barça para intentar ganar en Vigo. En primer lugar por la dificultad del contrincante, después porque las posibilidades de rivalizar con los blaugrana en una hipotética clasificación final escapa a cualquier posibilidad de empate a puntos, más probable en el caso del Celta. Finalmente porque era más fácil procurar a los titulares un descanso de siete días en lugar de dejarlo para los tres últimos. Claro que para gustos, los colores.
La lluvia de goles encajada ante los de Flick ha desdibujado la hoja de ruta de este Mallorca que ha encajado doce goles en los últimos seis partidos. De hecho, pese a sus buenos números antes del mes de noviembre, no ha dejado su portería a cero en los últimos seis partidos, un dato que invita al análisis al recordar que su principal problema no era su portería, sino su mínima efectividad ante la contraria.
Ahora, a falta de dos partidos para cerrar la primera vuelta, Girona en Palma y Getafe en Madrid, nos hemos quedado sin saber a qué atenernos. Estamos como en la metáfora de la manta, que destapa la cabeza si tiras de los pies y con estos al descubierto si proteges la cara. Le felicidad absoluta no cotiza. La tabla tiene la antepenúltima palabra: casi el 50% de los puntos en juego y del quinto al octavo. Calma total si, como en la película del mismo título, no hay trampa oculta.
No caigamos en la tentación de acometer lecturas parciales. De las 17 jornadas disputadas, los delanteros, digamos aquellos que han marcado algún gol, se han quedado in albis en 6, mientras que los guardametas no han sido batidos en 5. Trabajo para los equipos de observadores, estudiosos, informáticos, técnicos y estadísticos que hoy día rodean a los entrenadores. Aun así se equivocan.