En «petit comité»
Hoy hemos cambiado desayuno, habitual, por menú, extraordinario. En una mesa de Can Blau, junto a la rotonda de salida hacia la carretera de Manacor, Emilio Pérez de Rozas y Ricard Cabot han puesto sobre la mesa el análisis de la situación del Real Madrid. Ya ven, un asunto que a ustedes ni les va ni les viene pero, como solemos hacer en nuestros encuentros improvisados, dispuestos a «arreglar el mundo», hemos expuesto nuestros argumentos antes de pedir nuestro arros brut, tumbet y tortilla campera.
El mío, desde hace tiempo, es que el fichaje de Mbappé obedece a la obsesión de Florentino Pérez por demostrar que lo que se propone lo consigue, pero ni juega en su sitio y condiciona todo el equipo. Además creo que la plantilla está agotada debido a la acumulación de partidos como fruto de un calendario estresante.
Emilio piensa que el error no ha sido el fichaje del francés, sino, por el contrario, no haber traspasado a Vinicius. Añade que no se trata del cansancio del plantel, sino de que sus integrantes se han acomodado, creen que van a ganarlo siempre todo y rehuyen la presión, el sacrificio y el esfuerzo.
Ricard comparte ambos criterios, pero añade como prueba del mal encaje del exjugador del PSG, el bajo rendimiento de Bellingham a la par que, fiel a sus sentimientos, alude en términos comparativos al gran momento del Barça. Tiene razón porque, a favor de su apreciación, les recuerdo que Hansi Flick dispone de un vestuario que, por su juventud y calidad aparte, lo da todo, no está maleado por veteranos resabiados y lo dan todo.
A estas alturas del presente texto se preguntarán qué nos importa todo esto aquí, en Palma y en nuestro entorno, el del mallorquinismo. Entonces empecé a pensar en la causa por la cual el Mallorca ha bajado su rendimiento en campo contrario y de forma alarmante frente a rivales más débiles en hipótesis. Tal vez el buen arranque del campeonato de liga y los 18 puntos que lo avalan en la clasificación, ha imbuido a los discípulos de Arrasate de la engañosa convicción de ser mejores de lo que son, de creer que para superar a determinados equipos no necesitan un esfuerzo mayor del que se les requiere, que quienes aguantan con diez a todo un Athletic, se bastan, en igualdad numérica, para ganar al Espanyol o el Alavés. Y no, ni esto funciona así ni conviene que lo crean porque, sencillamente, no es verdad.
En fin, un postre ligero, unos cafés, descafeinado el mío, y una fina lluvia casi imperceptible lluvia, pusieron fin al debate para ceder el paso a la digestión. Otro día, les haremos un «podcast» y acabamos antes. Un «twitch» no, que somos muy feos.