Fabricados en Son Bibiloni

Desde la diversidad de opiniones y al hilo de que el futuro viene por ahí, no podemos dejar de repasar los resultados obtenidos por el Mallorca en lo que se ha dado en llamar fútbol formativo. La Ciudad Deportiva Antonio Asensio Pizarro, cuyos terrenos fueron adquiridos durante la etapa presidencial del doctor Beltrán al empresario Damiá Estelrich, – que fue directivo del Mallorca y también del Atlético Baleares y hasta presidió la Junta Pro Campo del Estadio Balear, para que luego hablen de rivalidades, – se inauguró en agosto de 1998 bajo la dirección del arquitecto Guillem Reynés Corbella, uno de los mallorquines en el consejo de administración del fallecido creador y dueño del Grupo Zeta, quien ostentaría de forma efímera el sillón representativo de la SAD.

¿Es o ha sido rentable aquella inversión de acuerdo con las crisálidas formadas allí y convertidas finalmente en vistosas y aladas mariposas?. Como decía, todo es opinable. Sin cribar a nadie y siempre proclives al error del recuento, en estos 22 años han saltado al fútbol profesional unos 50 jugadores más o menos conocidos. Otros se quedaron en categorías inferiores e incluso alguno de comprendido en estas cinco decenas. Si establecemos un escalado, sobresalen tres nombres: Miguel Angel Moyá, Albert Riera y Marco Asensio. Uno o dos peldaños más abajo: Pina, Ximo, Víctor Casadesús, Ramis, Bigas, Nsue, Tuni, Sergi Enrich, Cendrós y Brandon.

No cabe considerar a futbolistas fichados de otros clubs, caso Tejera, ya que llegaron a Palma digamos que «pre formados». Y, lógicamente, nos dejamos en el tintero a «canteranos» anteriores a la entrada en máquinas de las instalaciones de Son Bibiloni. Para quienes sostienen que un fruto por año ya es una buena marca, la cantidad no está mal. Sin embargo un análisis cualitativo sería algo más riguroso. De cualquier manera el destino señalará la realidad de los nuevos aspirantes: De Baunbag, Antonio Sánchez, Baba. Un ejercicio entretenido en época de confinamiento e incertidumbre.