Faltas, las mínimas
Entre la larga lista de entrenadores que he tenido la fortuna de conocer en el Mallorca, uno de ellos, Héctor Cúper, tenía una fobia especial a las faltas cometidas por sus jugadores. Aquel hombre que pasaba a todo el equipo por su personal golpe en el pecho justo a medida que iban saltando al terreno de juego, daba instrucciones precisas para conceder infracciones a favor del rival y, muy concretamente, a las próximas al área propia. No recuerdo cifras al respecto pero, además de una magnífica clasificación, aquel equipo era líder en juego limpio.
Acabo de ver una relación de las faltas cometidas hasta la décimo sexta jornada por los equipos de la Liga, 1,2 3 y observo que pese a la imagen que dan algunos jugadores como Raillo, Pedraza, Alex López o Abdón, solo el Rayo Majadahonda, Cádiz, Numancia, Deportivo, Albacete y Osasuna han incurrido en menos sanciones durante el tiempo de juego. Y no creo que sea casualidad que cinco de los siete luchen en lo alto de la tabla.
En mi opinión el exceso de faltas obedece en numerosas ocasiones a la ausencia de otros recursos, tanto físicos como técnicos. Los infractores por antonomasia se mueven en el furgón de cola o muy cerca. Lo aprendí del «Flaco» de Chabas y no he dejado de observarlo desde entonces.