¡Felicidades!, Dani Rodríguez

Hablar de sentimientos en los tiempos que corren es como comprar melones en diciembre, más aun, no solo están fuera de temporada sino que nos parecen debilidades de otros tiempos. Si los relacionamos con una boda, además clásica, y en la catedral de Palma, empiezan a romperse algunos esquemas. Lo siento, pero un casamiento en el despacho del alcalde o ante el estrado de un tribunal de justicia, no es lo mismo. Quiero decir que, con el máximo respeto a todo y a todos, no encierra el mismo significado.

Las fotos de mi amigo, y sin embargo compañero, Julián Aguirre en Ultima Hora, me han recordado que el jugador del Mallorca se había casado con su mujer de toda la vida, Cristina Palavra, aquí en Palma. Una demostración sin complejos de que el hombre no es de donde nace, sino del lugar en el que pace. Como mallorquín y en consecuencia, envidioso, insolidario, pesetero e individualista, he sentido admiración por un profesional del fútbol que llegó a la Isla hace seis años, no se ha echado la mano al escudo como los millonarios de otros equipos que tras el emblema esconden la billetera, pero acaba de decir sin hablar que no es la camiseta lo único que le interesa ni lo único que defiende.

Este tío, que aterrizó en el club hace seis años y lo ha visto casi todo, ha renovado los votos de su corazón no en Betanzos, de donde vino al estilo del mítico Amador Cortés, ni en Santander o Albacete, por donde pasó, sino desde lo alto de la muralla palmesana y mirando al mar. Si, igual que cantó Jorge Sepúlveda. ¡Qué antiguos, no viejos, somos!. Este jugador, veterano y entregado hasta el agotamiento, le ha cantado a Tony Dallara: «ven junto al mar donde yo estoy, suspirando por ti, preguntando por ti».

Miren. No he cruzado una sola palabra en mi vida con Dani Rodríguez y mucho menos con su esposa. Solo quería decir alguien que toma esta decisión excede la media general y responde a la definición de alguien menos superficial que la mayoría andante. A lo mejor empieza la liga y no chuta ni con la izquierda, pero ya ha marcado el gol de su vida y por muy cursi que les parezca este blog de hoy, será que los años, los míos, avivan la glándula de las emociones. «Knock, knock, nocking the haven’s door» (Bob Dylan)