Fichajes: ¿gasto o inversión?

Si les cuentan que no se puede fichar mejor debido al límite salarial impuesto por la Liga de Fútbol Profesional a los clubs, en este caso el Mallorca, no se lo crean. Si no se pagan los 10 millones que la Lazio pide por Muriqi piensen que esta cantidad es divisible por el número de años del contrato suscrito y no se imputan en su totalidad a un ejercicio, más allá de que existen otros recursos para ampliarlo como una ampliación de capital.

Distinto es que la política del club señale a la dirección deportiva hasta dónde se puede gastar o de cuánto dinero puede disponer para reforzar al equipo. Pablo Ortells acertó más en las cesiones que en las inversiones porque lo que ahora le piden por el kosovar es lo que malgastó en los fichajes de Amath, Greif y Hoppe. Así de claro para que la afición no se deje engatusar con las comedias paralelas expandidas desde Son Moix como el efecto de una piedra lanzada al agua.

Los propietarios de la SAD tienen todo el derecho a establecer el máximo de cada uno de los epígrafes de su cuenta de gastos. Los ingresos, al menos los procedentes de la LFP y abonados ya los conocen sin demasiado margen de error, salvo los de la venta de publicidad estática y patrocinadores varios. En todo caso habría que empezar por determinar cuáles son las necesidades estimadas de la plantilla, cuyas opciones de traspasos son limitadas, y en las que Javier Aguirre puede y debe tener voz, pero no voto. Por elemental prudencia más que nada.