Gil Manzano, no virgen pero si mártir

¡Pitar tres penaltis en contra del Real Madrid!, ¡qué descaro!. Al pobre árbitro extremeño Jesús Gil Manzano le ha caido la del pulpo. En mis años mozos los del silbato vestían camisa y chaquetilla, se les trataba de don si eran llamados por su nombre de pila y de señor cuando solo se escribían sus apellidos. No es que hicieran nada muy diferente a lo que hacen ahora, con la ventaja de que eran condenados por el telediario, el carrusel o los periódicos deportivos al uso. Ahora les juzgan hasta su antiguos compañeros, la pela es la pela.

Pero pongámonos en antecedentes. Este hombre inscrito en el Comité de Extremadura, el mismo de Pajares Paz ¿se acuerdan?, cumple nueve temporadas en primera división, lleva más de 160 partidos a sus espaldas y 49 en partidos internacionales. Si, de acuerdo, 9 de los 20 «referees» de primera división son FIFA, una barbaridad, un porcentaje exagerado a todas luces pero como la UEFA cada vez programa más torneos se necesitan pitos. Y huevos, con perdón.

Gil Manzano no se asusta en las áreas. La pasada temporada señaló el punto fatídico en 12 de los 19 encuentros que dirigió. En todo caso habría que entrar en si sus decisiones fueron acertadas o no, lo que nos conduce directamente a la subjetividad aunque no debiera ser así. Para Fray Emilio, el padre Butragueño, el gol en el que el balón sobrepasa la línea de meta se inicia en una jugada en la que, en su opinión, le hacen falta a Marco Asensio. Ya puestos deberíamos revisar los sucedido en el saque inicial pues todo lo que sucede luego viene de ahi. Algunos acólitos del convento de Santa Clara, famoso por sus huevos, añaden que Sergio Ramos no le quiere dar con la mano al balón, sino a la barriga del delantero del Valencia, Marcelo tropieza con Maxi, ¿a quién se le ocurre ponerse delante? y Lucas está corriendo cuando la pelota se encuentra con su antebrazo. Patético.

Lo escribo así porque recordarán que no hace mucho, tras el Barça-Madrid, traté de interpretar por qué las decisiones dudosas suelen favorecer a los equipos grandes, primordialmente a estos eternos rivales. Y es muy sencillo, si Gil Manzano le hubiera señalado tres penas máximas al Elche o al Eibar o al Huesca, etc, nadie hablaría de él, pero jugársela con los poderosos acarrea una semana de titulares y debates. Y tal exposición mediática acojona al más pintado.

Lo que pasó en el nuevo Mestalla, otrora Luis Casanova, no solo engrandece al fútbol y al arbitraje, sino que lo sanea, aunque ya sabemos que durará poco. Pero yo quiero árbitros como este, incluso si se equivoca, y clamo por un colectivo independiente de la Federación y de la Liga, autogestionado y que incluya a especialistas de VAR, una gran herramienta mal utilizada y peor desarrollada. Y las designaciones, por sorteo puro.

Estoy seguro que Mendilibar, el técnico del Eibar, apoyaría todo eso. Ya seríamos dos.