Millones en el banquillo
Sin la menor intención de caer en la reiteración o la pesadez, es preciso hacer el balance en función del objetivo y si en la temporada precedente del Real Mallorca SAD no podía ser otro que la permanencia, a la vista de la plantilla que había y del escaso dinero invertido, el presente ejercicio debería discurrir por otros derroteros.
La afición dió por imposible retener a Kang-in Lee, el futbolista diferencial de la pasada campaña, con la esperanza de que su traspaso permitía reforzar notoriamente al equipo. Euro arriba o abajo, la contratación de Van Der Heyden costó unos tres millones, otro tanto la renovación de Morlanes (en Villarreal dicen cinco), ocho y medio el fichaje de Darder, uno menos el de Larín, variables aparte, ochocientos mil Mascarell y tres Samu. Estamos hablando de veinticinco «kilos», una cantidad que obliga a pensar en algo más que la continuidad en la categoría.
Si, una buena clasificación como la de junio del 2023 obliga a mejorarla en el curso siguiente lo que para los equipos modestos deviene en arma de doble filo. Reconocido el reto no es de recibo mantener el mismo propósito trazado con un presupuesto claramente inferior en relación al de esta campaña 2023-24. En el colmo del desahogo, Pablo Ortells, director de fútbol, tuvo la desfachatez de confesar la reserva de tesorería para acudir al mercado de invierno,, una tabla de socorro para aquellos que no han hecho los deberes o dejar asignaturas para septiembre por no ser capaz de aprobarlas en el primer examen.
La mitad de la inversión en fichajes se sienta en el banquillo y en una empresa seria alguien debería dar explicaciones por ello.