Gran angular antes que teleobjetivo

Si se trata de valorar a Abdón que si, salió para Vicente Moreno co quinto delantero y acabó el primero, más vale recordar el gol que le metió al Depor, decisivo para el ascenso del Mallorca a Primera, que no por el que marcó el otro día en Vallecas, mucho más sencillo y bastante menos útil. Convertir llas anécdotas en noticia es una tentación muy de moda en el periodismo deportivo de hoy o lo que sea, pero no beneficia en nada al autor.

El fútbol es un juego colectivo del que a veces se beneficia un individuo, o sea una estrella. Ni Messi, ni Cristiano, ni Pelé, ni Maradona, ni Neymar ni el que quieran imaginar, sería lo que es o ha sido sin el concurso de sus compañeros. Aun recuerdo a Etoo, cuando jugaba en un Barça rodeado de figuras, afirmar que las mejores asistencias de gol las había recibido de Ibagaza. Lo digo porque ante una desesperación tan impropia como desproporcionada, el foco mediático local se ha dirigido sobre la posible reaparición de Kubo el sábado ante el Getafe. Un exceso de responsabilidad para el nipón tanto por sus características como por su edad. Pronto olvidamos que con él y, por cierto y también con Abdón, nadie evitó el descenso.

Las circunstancias han cambiado, desde luego. Cada partido es un mundo aparte y cada temporada un universo. No hay ningún equipo entre los modestos que dependa de un jugador. Fíjense en el Rayo, ejemplo reciente. Los grandes cuentan con algún futbolista que marca diferencias y no siempre. Todo lo demás no deja de formar parte de aquello que Javier Irureta, admirado técnico, calificaba como el «fútbol rosa» en línea con las revistas del corazón.