Injustos con Galarreta

Las redes sociales, al contrario de lo que parece, han aportado poco como medio de información. Desinforman más que otra cosa, el anonimato acompaña a la mentira y escasea la profundidad si se desliza alguna noticia más maliciosa que involuntaria. Otro instrumento para hacer el bien, mucho, que la humanidad utiliza para la calumnia, la venganza y el caos. Lo peor es que detrás de cada mensaje apócrifo hay alguna mente contagiada del mensaje «goebeliano»: una falsedad repetida mil veces, se convierte en verdad. Y no siempre hace falta difundirla tanto para que cale en almas cándidas y no tan inocentes.

El pésimo arbitraje del colegiado alicantino Martínez Munuera el pasado lunes en el Athletic-Mallorca, cargándose de un plumazo lo que presagiaba ser una agradable y noble noche de fútbol, puso en el foco de la ira de ciertos mallorquinistas a una buena persona y un estupendo futbolista: Ruiz de Galarreta. Si alguien quiere saber la causa por la que no renovó su contrato con el club que le había rescatado y resucitado en su carrera, que pregunte en la planta noble de Son Moix, no en la oficina de su representante. Pero yo se lo diré. Se fue porque el contrato que se le puso sobre la mesa eran tan leonino que contemplaba pagarle en función de su rendimiento físico. Traduzcamos. En San Mamés, su tierra, le otorgaban la confianza que aquí el listillo de turno le negó.

Galarreta no fingió en ninguna de las entradas que le costaron a Samu dos tarjetas amarillas y, como consecuencia, su expulsión. La primera no era merecedora ni de falta, pero Iglesias Villanueva, otro árbitro que no mejora en la cabina su lamentable paso por los terrenos de juego, llamó la atención del principal por si fuera merecedor de una roja directa y al no apreciar este dicha gravedad, lo dejó en la más ténue que también debió de anular. La segunda, una patada abajo, quizás sí objeto de infracción, pero tampoco motivo de amonestación. Pero la culpa era de los jueces, no del acusado ni de la víctima.

Galarreta ama al Mallorca y es consciente de lo que le dió, pero lamentablemente el Mallorca o quienes le representan, no le quisieron a él. El público que le silbó cometió una gran injusticia porque, en todo caso, es uno de los mejores profesionales que han vestido esta camiseta. Como otros muchos, por fortuna.