La boda del año y otras hierbas

Leo que Rafa Nadal se ha enfadado por la filtración de su próxima boda con Mery, Xisca o como quiera que se la llame.  Ignoro si el rebote obedece al hecho en si mismo o a que la indiscreción apunta, eso dicen por ahí , a alguien de su entorno más cercano. En eso ya no me meto, allá ellos. En cuanto a la que sin duda será la boda del año, veo normal el disgusto, pero no lógico. Es el precio de la fama, alguno hay que pagar, inherente a una figura de sus dimensiones sociales y humanas. Me parece raro que no lo entienda así y lo asuma como parte de su quehacer profesional.

Hace ya tiempo que el deporte validó su lado rosa. Probablemente una compensación por la invasión publicitaria de los ámbitos privados de los deportistas. En el momento en que un futbolista sale del terreno de juego para anunciar una marca de calzoncillos, cede una parte de su intimidad. Lo mismo vale para recomendar una marca de coches, un perfume o un banco. Siempre he estado a favor de la vida privada, pero hay que estar a las duras y a las maduras y uno famoso no puede elegir cuando al público le ha de interesar lo que hace o deja de hacer, exclusivas aparte.

Aunque no guarda relación me viene a la cabeza la pretensión de Javier Tebas de restringir a los medios de comunicación toda información que considere inapropiada. El presidente de la LFP se erige en juez y parte al prohibir por escrito y en contrato que los futbolistas respondan a preguntas ajenas a un partido al comparecer ante la televisión o la radio. No puedes plantearle cuándo se casa, si tiene novia o fa a fichar por este o aquel equipo. La culpa, por cierto, no es de quien pretende coartar la libertad de información y expresión que tanto defendía en los tiempos en que utilizaba a Mateu Alemany para enfrentarse a Villar. Los culpables son los medios que han consentido firmar semejante coacción.