La Champions que viene

Ahora que la Superliga se aletarga entre los delirios oníricos de Florentino Pérez, el voraz «come euros» de la UEFA ha sido liberado de sus cadenas para ponerse a recaudar más aun a partir del curso 2024-25, o sea a la vuelta de la esquina según la velocidad con la que avanza el tiempo.

Insatisfechos con lo que ya recolectan por la cara, han anunciado una reforma de la Champions y la Europa League cuya fórmula es lo de menos, porque su único objetivo no es otro que incrementar sus ingresos. En resumen, cuatro equipos más, dos nuevas jornadas a sumarle a un calendario ya de por si imposible y, por si fuera poco, semanas reservadas a las competiciones continentales sin partidos de las ligas domésticas. No es el sueño del presidente del Real Madrid, pero se le parece un poco.

La voracidad no conoce límites. La de la Iglesia «mató la vida de las catedrales», según Julio Llamazares o la de los sindicatos se cargó Telecom, tal como aseguró John Milton. Me atrevo a pronosticar que la de Alexander Ceferin la asestará al fútbol una puñalada trapera porque el exceso produce hartazgo y este acaba en vómito.

Los planes en ciernes atentan directamente contra la salud y la resistencia física de los futbolistas, obligará a los clubs a aumentar sus plantillas y, en consecuencia, a pagar más nóminas. En resumen y a título de epílogo, un detrimento evidente en la calidad del espectáculo, cada día peor y menos atractivo tanto a pie de campo como por la televisión, cómplice del empeoraniento que se ha generado. La cantidad es el virus mortal de la cualidad por razones al alcance de todos.